editorial
Una Diputación renovada y fortalecida
Austeridad en el gasto, búsqueda de financiación y defensa de la institución. Son los ejes que marcarán la actividad de la Diputación de León en los próximos cuatro años de acuerdo con el guión fijado ayer por Isabel Carrasco, quien por segunda vez tomó posesión del cargo de presidenta del organismo provincial «con el mismo entusiasmo e ilusión que hace cuatro años», aseguró. Lo hace también «con fuerzas renovadas y esperando estar a la altura del abrumador apoyo recibido», que con quince representantes le permitirá gobernar con comodidad, aunque sólo sea en el sentido político, porque la situación económica dificultará enormemente su gestión en este aspecto. Es su «reto» y como tal lo asume.
Apuntó ya en este sentido algunas ideas clave como la continuidad del control del gasto corriente y la definición de un nuevo plan de ahorro que inevitablemente ha de pasar por la reducción de una de las vicepresidencias y de los cargos de confianza en un ejercicio de sensatez y responsabilidad política. Pero sobre todo señaló un camino a seguir en el replanteamiento del papel de la institución respecto al ciudadano y en la cooperación intermunicipal para que los ayuntamientos pueden ofrecer servicios de manera conjunta. Es una solución que no sólo evita gastos y duplicidades de medios y equipos en municipios que ya los asumen con no pocas dificultades, sino que permitirá extender esos servicios a los ayuntamientos que no tenían acceso a ellos.
La generación de recursos propios a partir de un plan de mejora de la gestión y de la reorganización de la estructura administrativa, el desarrollo del Pacto Local y la UE como «yacimiento de subvenciones todavía por explotar» habrán de ser las fuentes generadoras de financiación de una institución de la que prometió hacer una «defensa a ultranza». No deja de ser tan paradójico como alentador que, frente a las voces que claman por su desaparición, se levante una que defienda su revitalización y su «papel esencial» como eje del progreso social y económico de los ciudadanos. Si a esa voluntad se suma la de una «oposición constructiva» prometida por el portavoz socialista, entonces estamos de enhorabuena.