Diario de León
León

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E l pasado domingo recorrí el tramo que desde San Marcos permite llegar paseando hasta la zona de La Lastra donde nuestros dos ríos dialogan. A poco que guardes silencio puedes oírlos conversar. «¿Te acuerdas, Torío, cuándo-¦?». «Me acuerdo, Bernesga». Allí donde se funden en su fraternal abrazo es hoy una de las zonas más singulares de nuestra ciudad. Más que un espacio físico concreto es una rapsodia en verde. En mi paseo me fui cruzando con conocidos que luchaban con su colesterol. El de los leoneses tiene mala domesticación, pues aquello que rebajamos con footing o con pedaleo luego la tapa nos lo vuelve a reponer. Pero debemos intentarlo. Hay que llegar a viejos, aunque sólo sea para enterarnos de en qué quedó todo esto de la Cultural. Salga usted a pasear, bordee el río, lléguese hasta allí donde dichos viejos héroes chocan los cinco. «¿Te acuerdas, Bernesga, cuando-¦?». «Me acuerdo, Torío».

En mi paseo, iba dándole vueltas a sobre qué escribir esta columna. Con este calor, si escoges mal el tema puedes provocar una lipotimia al lector, al duende del taller y al mismísimo Guzmán El Bueno, que es suscriptor. «En el PSOE no hay corrientes», ha declarado el ex acalde de León, Francisco Fernández. Mejor, me dije, así no se resfrían. Pero, si no las hay, razoné después ¿quiénes son esos señores con cara de poco oficialistas que ayer miraban de soslayo al portavoz de su grupo en la Diputación? Pese a su interés periodístico, descarté el tema. Ciertos asuntos hay que escribirlos con un paipai cerca y el mío se lo he prestado a un amigo al borde del soponcio veraniego. Demasiado ardor guerrero. Otro día.

Después de la crisis nada volverá a ser igual en León, se nos advierte. Pero lo cierto es que todo ha cambiado ya, ni siquiera hay que esperar para percibirlo a que el nuevo paisaje económico quede definitivamente despejado. Por ello, me pareció maravillosa dicha posibilidad de adentrarme en este camino verde, que conduce al lugar donde nuestros dos ríos se encuentran y se intercambian vivencias. Lo más viejo es a la vez, siempre, lo más novedoso. León es, en esta zona de la ciudad, un canto de Walt Whitman escrito con hierba y agua. «¿Te acuerdas, Torío-¦?». «Me acuerdo, Bernesga-¦».

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