Cerrar

LA QUINTA ESQUINA

«Antes moros que castellanos»

Publicado por
JESÚS A. COUREL
León

Creado:

Actualizado:

A la a ltura de Astorga, en un viaducto que cruza la A-6, se lee con dificultad una vieja pintada con la consigna: «Antes moros que castellanos». Dice Wenceslao Fernández Flórez que hubo en España dos invasiones importantes, la de los moros y la de los mosquitos. Si bien los españoles de aquella época pudieron echar a los primeros, hemos sido incapaces con los segundos y eso que son más pequeños. Coincido con el genial gallego en que el carácter árabe nos seduce más que el castellano, sobre todo tras visitar Córdoba y no precisamente en verano. Pero el verdadero sentido de esta frase esconde el desprecio a un pueblo que padeció la miseria y el abandono.

Esta desafortunada afirmación, capicúa en la ignominia, la lee el viajero en dirección a Galicia donde tiene su origen. Los términos gallego y moro eran hace unos siglos palabras casi inseparables y, cuando no lo fueron, era precisamente para alabar al segundo en detrimento del primero. La expresión «antes moro que gallego» es recogida por Tirso de Molina en una de sus obras, a través de un criado que cita un refrán muy popular en el que ambas razas se disputan, según él, sus infames orígenes. Y es que desde el siglo XVII, la miseria empujó a muchos gallegos a emigrar a la Corte para trabajar de criados o lacayos, mientras las mujeres lo hacían de sirvientas o fregonas. Una miseria de la que no pudieron separarse y que les acompañó hasta bien entrado el siglo XX, pues aún recuerda mi madre verles pasar por El Bierzo a buscar el sustento en los trigales de Castilla, algunos descalzos y comiendo lo que la gente buenamente les daba para que pudieran llegar a su destino. Esa pobreza que llevaba a la gente, en aquellos tiempos, a preferir ser moro antes que gallego, tiene en la actualidad un color muy diferente. El autor de esa pintada preferiría hoy vivir en nuestra comunidad (aún con Castilla de compañera), a que lo ejecutaran por adulterio como hacen en Yemen o por oposición verbal al gobierno, como en Siria, donde ahora se dispara contra los ciudadanos por pedir una libertad que nosotros disfrutamos y que, como a los gallegos y a otras gentes en su día, les impide alcanzar el ansiado progreso técnico y humano.

No creo que los historiadores deban cocinar nuestros sentimientos, ni como pueblo, ni como individuos. Para ese camino prefiero a los poetas como Facundo Cabral, al que asesinaron el otro día, y que nos cantaba: -œNo soy de aquí, ni soy de allá, no tengo edad, ni porvenir, y ser feliz es mi color de identidad-. Porque lo práctico no es prescindir de los demás, sino ser mejores-¦ Había que hacer algo.