Diario de León
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antonio casado
León

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L a ya vicepresidenta primera para Asuntos Económicos, Elena Salgado, gana peso en el nuevo Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y gana peso en Europa, donde se hace escuchar. El ministro de Fomento y escudero político del aún presidente y secretario general del PSOE, José Blanco, se convierte en la banda sonora del Ejecutivo para este tramo final de la Legislatura. Y Antonio Camacho celebra su nombramiento como ministro del Interior con la localización de tres nuevos zulos de ETA con gran cantidad de explosivos.

Con el salto en el escalafón del vicepresidente para Asuntos Territoriales, Manuel Chaves, se completa la liturgia de la remodelación obligada por la renuncia del candidato Pérez Rubalcaba a sus cargos institucionales para dedicarse en exclusiva a sus tareas de candidato a la Moncloa. El último acto de la escenificación se llevó a cabo este martes en el Palacio de la Zarzuela, donde los nuevos cargos juraron o prometieron ante el Rey.

Una remodelación políticamente irrelevante en cuanto que es políticamente irrelevante el futuro de un Gobierno con las horas contadas. A partir de ahora la causa política de los socialistas pasa menos por Moncloa que por la oficina del próximo candidato socialista a la presidencia del Gobierno. Una de las pruebas es que durante estos últimos días se ha hablado mucho más de las propuestas formuladas el sábado pasado por Rubalcaba que de los referidos cambios en el equipo de José Luis Rodríguez Zapatero.

De todos modos, es buena noticia la garantizada continuidad de las políticas llevadas a cabo en estos últimos cinco años en materia de lucha contra el terrorismo. El fiscal Camacho, nuevo ministro del Interior, ya controlaba como secretario de Estado todas las claves que guardan el secreto del acorralamiento policial a la banda ETA, que está en el momento de mayor debilidad de su siniestra historia.

También es una designación sin prima de riesgo la del actual ministro de Fomento y vicesecretario general del PSOE, José Blanco, como nuevo portavoz. Será de aquí en adelante, hasta el fin de la Legislatura, la banda sonora del Gobierno. Sin tener que dejar sus tareas en el Departamento de mayor poder inversor del Estado y sin que disminuya el impulso político e informativo que su antecesor, Rubalcaba, le venía dando a las habituales ruedas de prensa posteriores a los consejos de ministros. Para caldo de tertulias queda la especulación sobre un supuesto alejamiento de la causa del candidato. Podría interpretarse que Blanco, que por primera vez no va a dirigir una campaña electoral del PSOE, no desea ser compañero de viaje de Rubalcaba. En absoluto. De su boca sólo salen elogios hacia el candidato y siempre lo veremos sosteniendo la pancarta del «hay partido». Lo que no desmiente en absoluto su vinculación política a Zapatero. Siempre estuvo y siempre estará vinculado a él.

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