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Publicado por
FELIPE RAMOS
León

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D icen que después de la tempestad siempre llega la calma. Y algo así es lo que está pasando en el Partido Socialista. Después de la debacle electoral del 22-M y del empecinamiento de sus dirigentes por mantenerse a flote en un barco, que más bien parece una balsa que viaja a la deriva, los críticos del Bierzo, esos que según el secretario provincial no existen, montaron la guerra y han ganado ya cuatro batallas. La última ha pasado porque Francisco Fernández, que ha estado casi cuatro años sin pisar El Bierzo, haya ido en el último mes hasta en cuatro ocasiones y en la última haya dejado en evidencia a su secretario comarcal al imponerle al crítico José Luis Ramón como portavoz en el Consejo Comarcal. Curioso, porque no en vano fue José Luis Ramón quien con su entrada en la lista alternativa liquidó a la número dos del partido en la provincia.

Pero eso poco o nada importa ya. Las miras ahora están más adelante. El verano le está viniendo bien al secretario provincial del PSOE y a su secretario de desorganización. Estos meses servirán para templar los ánimos y, sobre todo, para ganar tiempo. Eso es lo único que quieren y lo de José Luis Ramón y ahora lo de Demetrio Alfonso Canedo, como viceportavoz en la Diputación, no es más que un juego floral con el que tratar de acallar a esos críticos para que no se revelen de nuevo y aguanten, al menos, hasta que se cierren las listas al Congreso y al Senado. Las generales, incluso aunque Zapatero sigue también empecinado en agotar la legislatura, están ya a la vuelta de la esquina. Y esta vez el reparto es escaso, porque o mucho cambian las cosas o el PSOE se quedará con dos diputados y un senador. Así que, una vez que parece que José Antonio Alonso no va a repetir como cabeza de lista por León, los nombres de quiénes glosarán una lista y la otra dependerá muy mucho de quien los decida.

La calma que ahora se vive en el PSOE no es más que la calma chicha que anuncia una nueva tempestad que traerá consigo todo un tsunami, parecido al que puede arrollar al alcalde de León si, también como parece, sigue empecinado en no decir cuándo va a bajar el IBI. Está bien lo de Fernández Ladreda, donde aún falta un lugar en el que poder parar para realizar una carga y descarga, y lo del parque de porque lo digo yo, pero él dijo que iba a bajar el IBI un 10% y todo el mundo entendió que desde el 1 de enero sería efectivo. Decir ahora que lo hará en este mandato es faltar a su promesa, porque de ser así eso debería haberlo aclarado en campaña, cuando lo prometió.