EL GALLO
«¿Está el alcalde...? ¡Que se ponga!»
Esa fue la indicación que se escuchó por teléfono en el Ayuntamiento de La Robla. El alcalde que tenía que ponerse al aparato era Ángel Suárez Suárez y el mensaje que le llegaba por esa vía era una orden muy concreta del secretario regional del Partido Popular, Alfonso Fernández Mañueco . Ocurrió durante el pleno al que el regidor llevaba en el orden del día la propuesta personal de subirse un 70% el sueldo sobre su antecesor para cobrar unos 60.000 euros anuales. Escuchado el recao, el alcalde volvió a la sala de plenos y retiró la propuesta, que en ningún caso hubiese prosperado porque ni PSOE ni IU, que con su abstención le permitió acceder a la alcaldía, estaban por la labor. Lo sabía Suárez y sabía además que esa era la consigna del partido. Ese mal trago fue el premio a la terquedad no de quien no oyó, sino de quien no quiso ni supo escuchar.