FRONTERIZOS
Cultura y beso
A danismo: «Hábito de comenzar una actividad cualquiera como si nadie la hubiera ejercitado anteriormente». Lo define con parquedad y precisión la Real Academia, institución antigua y docta que suele seguir aquel consejo que dicen que daba Franco a sus ministros cua ndo la discusión se acaloraba: «Ustedes hagan como yo y no se metan en política». Sin embargo, en la práctica política, especialmente en el ámbito de lo municipal, el adanismo es vicio corriente, en el que suelen caer los recién llegados, convencidos de que la cronología del mundo empieza el día en que toman posesión. En teoría, considerar que nada ha existido antes de su llegada permite plantear acciones diseñadas desde el personalismo pero en realidad todo lo hacemos entre todos y cualquier plan de trabajo debe partir de unos programas, unas infraestructuras y una sociedad que han ido creciendo a lo largo del tiempo como las capas de una cebolla y seguirán creciendo cuando el concejal novato de ahora sea un cansado veterano al que los ciudadanos retiren la confianza.
Esto es así especialmente en el campo de la cultura. Cualquier plan en este territorio debe aplicarse siguiendo las cuatro pes que la antropóloga y ensayista mejicana Lucina Jiménez marca para una correcta gestión cultural: paciencia, perseverancia, permanencia y pertinencia. Buscar resultados cortoplacistas sin la debida paciencia conducirá inevitablemente a la frustración. Relajar la acción sin perseverar en el objetivo es garantía de fracaso. Trabajar por impulsos a base de ocurrencias sin mantener una estabilidad es derrochar recursos y castigar la generación de públicos. Lanzar programas oportunistas, mal medidos o poco pertinentes en relación con el entorno provocará rechazo.
La recién llegada concejala de cultura del nuevo equipo de gobierno de Bembibre ha anunciado estos días la suspensión de dos ciclos -”Tardes de Autor y Tardes de Cine-” que habían conseguido en los últimos años prestigio, estabilidad y singularidad en el contexto comarcal. A cambio plantea una imprecisa propuesta de reivindicación de valores locales que no creo que sea incompatible con unos programas que contaban además con apoyo institucional externo y una trayectoria digna de ampliación y mejora, nunca de desaparición. El políticamente acalorado municipio de Bembibre, que necesita con urgencia un poco de tranquilidad y de silencio mediático, no puede permitirse perder algo contruído con las cuatro pes de Lucina Jiménez, que son muy parecidas, curiosamente, a las cuatro pes del beso perfecto: paciencia, pasión, parsimonia y presión adecuada. Quizá porque la gestión cultural y el beso persiguen el mismo fin placentero, del que es enemigo el pecado de adanismo.