Cerrar
León

Creado:

Actualizado:

E l catálogo de especies en peligro de extinción abarca casi dos tercios de la enciclopedia británica para describir la provincia leonesa. Por encima de las enseñas que dejan en los folletos para turistas las cinco marcas de la huella del oso y el canto tenorio del urogallo, se extiende un listado en el que caben plantas, animales e, incluso, hombres. Un grupo en el que los dos colectivos más perseguidos son los agricultores y los ganaderos; amén de los mineros, a quienes la doble moral del Gobierno y la indolencia de la Junta han condenado a cavar su propia fosa con una prórroga que les agotará por inanición. Los tres puntales históricos de la economía de León; puede que las bases para un parque temático en el que explotar la costumbre como souvenir para urbanitas: el único hachón con filo de la cuenca del Sil; el arado que preparó el campo para la postrera siembre de remolacha; el trócalo que salvó a la última vaca montañesa de morir entelada por sobredosis de pilón.

El declive comenzó como un ramalazo edípico más, en el que retar al padre para hacer avanzar las generaciones, y se abonó con la entrada de la UE en el escenario de los tratantes. Un mercado común en el que pronto se entendió que el camino más corto para la devastación se abría a los pies de la política del pájaro en mano: indemnizaciones generosas para incentivar el abandono de la producción y cierre de cupos para impedir cualquier relevo. La trampa, sin auxilio del los gobiernos, en la que ha quedado encerrada una provincia de cuya teta mamó leche toda España y ahora importa materia prima francesa; un territorio que sembró graneros para dar de comer a un país y en estos días no censa a más de 14.000 agricultores. Más de 27.000 explotaciones agrarias para erial; 13.000 granjas con los cuarterones cerrados en la última década.

La radiografía se escaquea en los planes en los que las administraciones hablan de desarrollo rural. El Gobierno, que publicitó un texto legal más para la galería; la Junta, que desarrollo una ley de montes para amadrastrar los aprovechamientos comunales y apartar al pueblo de unos bienes que antes cuidaba como propios; la Diputación, que se centra en políticas para urbanitas de fin de semana en el pueblo, que es lo que son la mayoría de los diputados. Que no se esfuercen más. Que creen un apéndice en el catálogo de la extinción con una etiqueta: León. Solo.