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Publicado por
PEDRO VICENTE
León

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A l igual que ocurre con los modismos, el lenguaje político incorpora continuamente nuevas expresiones o acepcio nes, sin que nadie conozca su procedencia o, en su caso, reivindique su autoría y los consiguientes derechos de autor. Por ejemplo, últimamente está muy en boga la palabra gobernanza, un término hasta hace poco en desuso que ahora se utiliza como sinónimo de gobierno o gobernación. En realidad, no significa exactamente lo mismo, puesto que gobierno o gobernación se refieren a la acción indistintamente de su resultado, mientras la gobernanza sería por definición el buen gobierno. Rescatar esa bonita palabra y su concepto ha sido por tanto una feliz idea.

De un tiempo a esa parte uno de los verbos mas escuchados es el verbo reinventar y en menor medida también el de repensar. Desde que la crisis económica ha dejado al descubierto los vicios y vergüenzas de la democracia occidental, a los políticos les ha entrado una fiebre por reinventarlo todo, que en realidad no es más que una forma de reinventarse ellos para poder salir a flote como sea. Cuando se desató la crisis, los amos del mundo anunciaron nada menos que su propósito de refundar el capitalismo, algo que sin duda les debió producir una risa floja a los mercados, que, no conformes con poner en jaque a toda Unión Europea, están enseñando los dientes al mismísimo gobierno de los Estados Unidos.

No sé si la Unión Europea será reinventable, pero no cabe duda de que ha quedado hecha unos zorros. Se engendró y se multiplicó sobre intereses meramente mercantilistas y ha quedado al albur del monstruo de los mercados y de sus primas de riesgo. Entretanto, el movimiento de los indignados -”la amenaza que conlleva al método convencional de ejercer la política-” estimula, o debería estimular, el afán reinventor de los partidos tradicionales. No parece ser por el momento el caso del PP, a juzgar por su reacción ante la decisión judicial de sentar en el banquillo a Francisco Camps. En Génova deben pensar, o prefieren hacerlo, que la indignación no va con ellos. Sin duda un claro error de cálculo.

Caso muy diferente es el del PSOE, que no tiene otro remedio que hacer de la necesidad virtud. De todas formas, Ru-balcaba tampoco está reinventando nada. Simplemente trata de recuperar las señas de identidad del proyecto socialdemócrata del PSOE, lo cual parece toda una reinvención tras el duro ajuste neoliberal asumido por Zapatero en mayo del 2010. Confía Rubalcaba en que, volviéndoles a ofrecer lo de antaño, los millones de decepcionados ex votantes socialistas regresarán como hijos pródigos. No cuenta -otro error de cálculo- con que a esas alturas la desafección política de la mayoría de ellos no sea ya un invento pasajero.