Cerrar
Publicado por
MIGUEL Á. VARELA
León

Creado:

Actualizado:

A nduvo todo el lunes rondando con señales que delataban su inquietante presencia. El lunes era 18 de julio y esa fecha todavía hiere en la memoria de este país, provocando el escalofrío de lo infausto. Durante aquel verano y durante muchos veranos posteriores, la dama que rondaba el lunes tuvo mucho trabajo y de su tarea queda aún un enorme rastro en toda la geografía nacional, bajo las cunetas y los campos, y en la línea quebrada de nuestra convivencia social. Setenta y cinco años después de aquel julio caluroso, no hemos sido capaces de llegar a un acuerdo de mínimos sobre la infamia del golpe militar que provocó una sangrienta guerra y seguimos usando la historia como arma arrojadiza, seguimos intentando explicar el presente desde la manipulación del pasado, seguimos buscando justificaciones a lo injustificable y legitimidad a los conciliábulos de la ambición.

Y la muerte que el lunes rondaba siempre deja marcas grabadas en la memoria de los pueblos, marcas difíciles de disimular sin un pacto consensuado de responsabilidades y una renuncia colectiva expresa al uso de la fuerza como método de convivencia, un rechazo a todo signo de autoritarismo antidemocrático. Y dejar luego que los investigadores hagan su trabajo en la siempre frustrante búsqueda de la verdad. Toda Europa ha sufrido traumas similares y la experiencia indica que hasta llegar a un relativo consenso para acercarse a la veracidad histórica se suceden procesos polémicos y complejos. Ha ocurrido en Alemania cuando se han buscado explicaciones a la locura nazi; ha sucedido en Francia y en Italia cuando se han destapado las oscuridades del colaboracionismo; sucederá en los países del este cuando se profundice en el conocimiento de las décadas de plomo. Todos tienen sus muertos en el armario, que acaban turbando con su fétido olor la existencia de muchas generaciones.

Antonio Elorza hacía suya el otro día la la sugerencia de Ian Gibson: «Que la verdad y el dolor fueran asumidos por todos y para todos, que al lado de las trece rosas fueran sentidas las víctimas de la cárcel Modelo o Paracuellos». Que, responsabilidades al margen, la muerte pierda la partida en el ajuste de cuentas con nuestro pasado. Que el el 18 de julio sea una fecha más a recordar en el calendario de la historia universal de la infamia.

Así, al dramaturgo Fernando Urdiales, que coqueteó hasta tal punto con la dama burlona que la convirtió en invitada especial de su creación artística, le hubiera parecido una humorada que su nombre se vincule a esa fecha en la placa que el lunes se colgó en la Biblioteca de Olmedo, donde se ha depositado su legado. Para los que admiramos a Urdiales, este negro detalle nos ayudará a reconciliarnos con una fecha que hiere.

Cargando contenidos...