EN RINCÓN
El mosquito-tigre
L o que son las cosas: cuando Mao Tse-Tung decretó el 1858, dentro del plan Gran Salto Adelante, la guerra sin cuartel contra Las Cuatro Plagas y el consiguiente exterminio de los ratones, las moscas, los gorriones y los mosquitos, criaturas que componían, según el enloquecido Timonel, las dichas plagas, lo que consiguió fue que cerca de 30 millones de personas murieran durante la Gran Hambruna China que se abatió sobre el país poco después. Y es que Mao, aquella bestia parda que sobre brutalizar a los chinos exportó su «pensamiento» a cosas como Sendero Luminoso o el Grapo de Pío Moa, lo que consiguió al liquidar a los gorriones, a cientos de millones de gorriones, fue la aparición de una bíblica plaga de langosta (ésta sí, una verdadera y letal plaga) que destruyó las cosechas y dejó sin alimento a regiones enteras. Mosquitos, sin embargo , se cazaron pocos.
Los mosquitos son más difíciles de cazar que los gorriones, esos inofensivos y sublimes animales, y mucho más los mosquitos-tigre, que son los que abundaban en los arrozales de China y que hoy abundan, reproduciéndose a velocidad vertiginosa, en Catalunya. Detectados por primera vez en España, en 2004, en Sant Cugat del Vallés, éstos mosquitos-tigre son más difíciles de cazar incluso que los mosquitos normales, pues pican de día y atrozmente por cierto. Pero es que así como Mao logró exterminar a los gorriones a base de potentes venenos que envenenaban todo lo habido y por haber, e incluso mediante técnicas tan crueles y sutiles como la del agotamiento, que consistía en emitir ruidos constantes que, al impedirles posarse, les hacían desplomarse reventados y exánimes, con los mosquitos-tigre debió emplear, aparte de los manotazos de la gente, esos pintorescos artilugios matamosquitos que un tal Aaron Sánchez, instalador de pladur en paro, ha empezado a importar en masa de China, que se ve que les quedó de Las Cuatro Plagas un gran remanente.
Sea como fuere, los mosquitos-tigre están aquí, presentes ya en grandes extensiones de nuestro territorio, y los científicos que han tomado cartas en el asunto dicen que ya no se van a ir jamás. Como la terrible sombra de Mao de la memoria diminuta de los gorriones.