Diario de León

TRIBUNA

Algo de historia (con gaseosa)

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León

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N o hay nada más cotidiano y a la vez más importante en la vida que el nacimiento de un niño. Tener un hijo está al alcance de todos los mortales en principio, sin distinción de cuna, de fortuna personal o de categoría social. Cada minuto nacen en el mundo unos doscientos niños en los cinco continentes. Con la palabra ucronía se designa aquello que, sin haber existido nunca, podría haber sucedido en caso de haber cambiado algún factor en la historia conocida, la historia real. Me gustaría pensar en uno de esos fenómenos.

Sabemos que el hijo de Carlos I de España, el Príncipe Felipe, más adelante el Rey Felipe II, se casó con María Tudor, Reina de Inglaterra. El matrimonio se celebró en 1554 y don Felipe era un joven viudo «mozo y muy galán» de 26 años, en tanto que María , que era «fea, metida en edad y entrada en carnes» tenía 40. La boda fue en Londres y allí permaneció don Felipe unos años en tanto que en España su padre Carlos I continuaba su reinado, a la vez que era Emperador de Alemania. La reina María era la hija mayor de Enrique VIII y de Catalina de Aragón, y por tanto era la prima hermana de Carlos I el Rey de España, es decir prima del padre de su marido. Con motivo de la boda real, se acuñaron medallones y monedas que aún existen y que circularon como de curso legal en Inglaterra, en las que se describe a Felipe como Rey de Inglaterra en la leyenda que aparece en torno a su efigie. El matrimonio terminó con la muerte de María en 1558, algo más de cuatro años después de la boda, y no tuvieron hijos, con lo que Felipe regresó a España al ser designada reina Isabel, la hija de Enrique VIII y Ana Bolena.

El enemigo más importante de España en estos años era Francia. Durante los años que duró el matrimonio puedo imaginar fácilmente a su rey ordenando rogativas y ofreciendo conjuros para que el matrimonio de Felipe y María no tuviera descendencia, ya ésta hubiera supuesto una formidable amenaza para su país. En efecto, Felipe y María eran reyes de Inglaterra y Nápoles. Carlos el padre era Emperador de Alemania y rey de España, y caso de tener hijos el matrimonio, heredarían la corona inglesa y los Países Bajos. Las rogativas del rey francés estaban por tanto más que justificadas.

A partir de la llegada al trono de Isabel, se radicaliza la tremenda rivalidad entre España e Inglaterra, que duró más de cien años-¦ Pero-¦ ¿qué hubiera sucedido si el matrimonio de María y Felipe hubiera tenido hijos? Mientras fueron reyes anularon la separación de Inglaterra del Vaticano y tornaron a reponer el catolicismo como religión del país, corrigiendo los desmanes cometidos por Enrique VIII. Tanto María como Felipe eran devotos católicos y nada deseaban tanto como que dicha aproximación se produjera. De hecho, las encarcelaciones y juicios de María contra los protestantes anglicanos la valieron pasar a la Historia inglesa como María la Sanguinaria o Bloody Mary, ya es sabido que la historia la escriben siempre los vencedores. Parece que cuando Enrique VIII falleció, el orden sucesorio establecía que la corona iría al único hijo varón que dejó: Eduardo VI. Tras su rápida muerte, el trono pasó a María y si esta moría sin descendencia, la corona pasaría a Isabel. Parece de igual modo que cuando Felipe contrajo matrimonio con María, en las capitulaciones matrimoniales se estableció la separación de los reinos, es decir, el hijo del matrimonio heredaría Inglaterra y los Países Bajos, en tanto que Carlos, hijo mayor de Felipe II heredaría la corona española.

Sin embargo, si se hubiera producido ese hecho tan natural, tan cotidiano como haber un hijo en ese matrimonio, la Historia de los dos países hubiera cambiado con seguridad, y con ella la Historia de Europa, y la del mundo.

No es un hecho que estuviera lejos de suceder, antes al contrario: en 1555, los médicos de la reina anunciaron el embarazo de María. Unos meses después, los mismos galenos hicieron público el final del embarazo sin fruto. Debe decirse que la Corte estaba preparada para anunciar a todo el mundo el nacimiento del heredero, por lo que puede adivinarse el fuerte disgusto que tuvieron los monarcas. Todavía en 1558 la reina creyó estar de nuevo embarazada, aunque sin resultado tampoco.

Si hubiera nacido un descendiente vivo, el heredero del trono inglés hubiera sido católico y español. Durante su minoría, al morir su madre, el niño habría estado bajo la tutela de un Consejo y de su padre Felipe, el rey consorte. España no hubiera estado enfrentada a Inglaterra en los siguientes años, quizás más adelante sí, pero quiero pensar que las relaciones entre Felipe II de España, y su hijo el rey de Inglaterra habrían sido inmejorables. Naturalmente, no habría habido Armada Invencible, ni posiblemente colonias inglesas en América, ni flotas de Galeones perseguidos por los corsarios ingleses, ni ataques a Cádiz, La Coruña, Vigo, o Cartagena de Indias. Holanda no habría nacido como país protestante y apoyada por Inglaterra, al ser su rey católico, de origen español y además sentarse en el trono de Londres. Europa hubiera evitado las guerras de religión y especialmente la guerra de los 30 años. Sin esas guerras, no hubiera habido desplazamientos importantes de población, que huían de una asolada Europa en el siglo XVIII y que dieron lugar a colonizaciones importantes: los alemanes no hubieran emigrado a América, ni posiblemente los ingleses tampoco.

Así, los Estados Unidos estarían unidos, pero quizás en parte a Canadá, la mayor parte sería mexicana y el resto hablaría francés. Además, Australia habría pertenecido al país que la descubrió ( España) y hoy hablaría español. Continuando con el juego, ya que el verano me otorga licencia para hacerlo, la dinastía Borbón no habría llegado a España, ya que la rama inglesa habría proporcionado sucesor a la muerte sin hijos del último Austria español Carlos II. De ésta manera nos acabamos de ahorrar los años de la guerra de Sucesión al trono español, con los que termina nuestro siglo XVII y comienza el XVIII. Hemos suprimido las dos raíces de la decadencia española: la dinástica, y la guerrera.

En Europa, España habría estado muy cercana a Inglaterra, y nuestro enemigo acérrimo habría sido Francia, lo que en este sentido no cambia gran cosa lo realmente sucedido en la Historia real, tal y como la conocemos hasta ahora. La dinastía de los Austria se habría consolidado sin duda como dominadora en Europa durante un periodo muy largo de la Historia. La alianza conocida entre Alemania, Austria y España, habría crecido al incorporar a Inglaterra y Holanda. Alguien podrá alegar quizás que los periodos dilatados de paz engendran molicie y retraso y que la humanidad avanza con las guerras, pero yo respondo que eso no fue sino una frase de Mussolini («La sangre mueve las ruedas de la Historia», dijo).

Pero hay más: Escocia no habría visto como su última reina María Estuardo era decapitada por la reina Isabel, precisamente por estar cerca de España y ser católica. De esta manera, Inglaterra habría crecido menos, Escocia existiría como reino y las islas serían católicas. Probablemente Gran Bretaña no existiría hoy como la conocemos, y su camino de expansión habría sido más hacia América y menos hacia África y Asia. ¿A dónde nos lleva todo ello?, pues a que una Inglaterra pequeña, unida a Holanda, cercana a Alemania y España, y una Alemania capaz de expansionarse por África quizás no habrían dado lugar a la primera guerra mundial en búsqueda de un espacio vital del que podría haber dispuesto. Y lógicamente, sin primera guerra mundial y sin tratado de Versalles, el monstruo de Hitler no habría nacido y el mundo se podía haber ahorrado el mayor sufrimiento de su historia.

¡Ah!, y además, todos nuestros hijos hablarían inglés, y los hijos de los ingleses, españoles de manera natural.

No ignoro que son muchos «y si-¦», pero la molicie estival me invade, el cuerpo es perezoso y la cabeza es libre de volar a donde quiera-¦

¿Cuál sería la peor parte de esta ensoñación veraniega? Pues que sin Inglaterra en la India no hubiéramos conocido el gin tonic, que al no haber piratas no habría nacido el Capitán Garfio y, lo peor de todo, que no se habría inventado la minifalda.

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