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camino gallego
León

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L as tribulaciones de un chino en China fue una película que tuvo mucho éxito en los años sesenta y está basada en la novela homónima de Julio Verne. Pues yo me sentí el otro día como el chino de la cinta, sólo que mis tribulaciones eran en esta capital.

Mi problema era que quería dar de baja una vivienda en el Servicio Municipalizado de Aguas y previamente quería saber los papeles que me iban a pedir para no dar viajes en balde. Así llamé al teléfono que figuraba en el contrato de suministro y una voz grabada me contesta que ese número no existe y que debo llamar a un 902 que me dicta. Lo hago, llamo al dichoso 902 y después de esperar 2-™ y 43-™-™ aunque cada poco me decían eso de «en breves momentos le atenderemos» decidí colgar y buscar la información de otra manera.

Cogí la guía telefónica, pero ahora el Ayuntamiento ya no tiene una página entera como antes, donde ponían todos los servicios. Ahora, al final de la A, hay un montón de teléfonos que vienen con la dirección del servicio, pero no pone lo que es, así que decidí llamar a los tres teléfonos de Ordoño II, pero comunicaban insistentemente.

Encendí el ordenador y busqué la página del Ayuntamiento de León, pero cuando entré no vi más que el número de teléfono de la centralita y ese seguía comunicando. Después pinché en el apartado «Tus servicios» y allí había un icono de Aguas de León. Pero al entrar en esa oficina virtual no seguí porque en ella te puedes dar de alta, pero no decía nada de darse de baja y por eso no me registré. Tampoco en esa página ponía el teléfono y la dirección. Menos mal que en la parte de abajo de la página de «Tus servicios» hay un icono que pone «Directorio» y cuando lo vi, repasé la larga lista (hay 74 organismos) y, efectivamente, el penúltimo era el Servicio Municipalizado de Aguas. Llamé al 987 101 094 y me salió un fax.

Con tanto lío ya no recuerdo cómo obtuve el teléfono de Urgencias del Servicio de Aguas, pero desde allí un señor me remitió a otro teléfono que tampoco me cogieron. Así que casi una hora después de haber empezado a buscar el teléfono decidí que tardaba menos si iba a la oficina, aunque tuviera que volver a casa a por algún papel. Y efectivamente fue mucho más rápido. ¡Vivan las telecomunicaciones!

Ayer el Rastro volvió donde solía. Me sorprendió la decisión municipal, pero creo que es acertada. El Rastro debe estar en el centro de la ciudad. Y si se regula y controla, mejor para todos.