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Publicado por
R. Martínez Simancas
León

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Se le atribuye a Warren Buffet la fra se «cuándo baja la marea se ve a quién se baña desnudo». Esta crisis ha dejado la playa llena de nudistas con corbata (es la caricatura que resume un final de ciclo. Los despelotados con corbata son aquellos que se han aprovechado del momio oficial hasta que se secó la ubre comunitaria por exceso de demanda). No hay semana sin que se levante una alfombra y aparezca una factura pendiente, donde más hasta ahora en Castilla-La Mancha, ahí surgen dinosaurios y unicornios en plena lozanía que reclaman la merienda ante el asombro de quienes los tenían por una especie en extinción. Lo último son los cerca de tres mil setecientos teléfonos móviles a disposición de altos cargos de Barreda que, por lógica, han quedado «apagados o fuera de cobertura» tras la derrota electoral. Es tan abultado el número de celulares que se podría atribuir la pérdida del Gobierno a la falta de batería, o a que comunicaban todos a la vez, y la derrota se les quedó grabada en el buzón de voz. Se enteraron de que tenían que devolver el teléfono por un sms

Si sólo fuera por los móviles hasta podríamos dar por bueno el gasto porque detrás de los celulares están las tarjetas de crédito, los coches, los conductores, y los viajes de hermanamiento que darían varias veces la vuelta al mundo con total impudicia. Durante una etapa de gasto sin control los dirigentes autonómicos, y municipales han confundido su gestión con emular a Marco Polo

Algún día alguien contará los kilómetros recorridos por nuestros políticos locales y podremos comprobar que ni ellos podían llegar tan lejos, ni nosotros tan bajo. Y prueba de que no tenían intención de arrepentirse es que la crisis les ha cogido por el «leasing», allí estaban ellos negociando el cambio del coche oficial por otro de mayor gama cuándo los recortes les han sorprendido en plena miseria. Se creían tan inmunes, e impunes, que nada les iba a afectar. Con la misma cara que pedían jamón de pata negra solicitaban el voto estrechando manos de jubilados y besando a niños para luego regresar al coche de cristales oscuros y limpiarse las manos con unas toallitas con la excusa de la gripe A

Bien está apostar por las nuevas tecnologías y pontificar desde las redes sociales, pero ahora mismo un gesto de normalidad y recorte en el gasto puede hacer más que doscientos asesores de comunicación juntos. Un gesto que acabe con privilegios que entroncan con los sumos sacerdotes que oficiaban en los templos egipcios. Es decir, siglos de pillaje, o lo que es lo mismo la consagración del latrocinio público como una de las bellas artes practicada por encima de las ideologías (amparados por la «banda ancha» como diría Al Capone)