La opinión del lector
Los gladiadores van en bicicleta
Como aficionado al ciclismo esta temporada me lo estoy pasando muy bien, como nunca. Las retransmisiones televisivas son muy interesantes por la espectacularidad de determinadas imágenes. Siendo las más llamativas aquellas que nos ofrecen las caídas de los corredores ciclistas. Desapercibidas en un primer momento nos las repiten, y si no ha quedado claro nos las vuelven a mostrar. Para mayor precisión las remarcan con un círculo. Vista aérea, a ras de suelo, desde la moto; todo sirve para no perderse ningún detalle.
Y por si no fuera suficiente con la vista, el oído también recibe información. Los ínclitos comentaristas nos explican una ingente cantidad de detalles que se nos han podido pasar desapercibidos: que si se ha abierto el cráneo, que si se dislocó la cadera, no trazó bien la curva, hizo el afilador con la rueda de otra bicicleta, no se preocupen los familiares de fulanito ya que no quedó malparado, etc.
Inmediatamente y antes que la asistencia médica, alrededor del pobre incauto que ha dado con su cuerpo contra el suelo, una multitud de escrupulosos fotógrafos se dedican a tomar instantáneas del maltrecho ciclista. Desde el cielo, a su vez, un pájaro ávido de notoriedad intenta conseguir impactantes fotogramas. Al día siguiente tendremos unas fotos fuera de serie, a todo color y con primerísimos primeros planos. Famoso por un día aunque con la cabeza rota. Si eres una celebridad te construirán un monumento conmemorativo en el lugar del accidente. Dos mil y pico años después los gladiadores van en bicicleta. Enrique García García. león.
Decíamos ayer... sobre el caso Marta Domínguez
El pasado 28 de diciembre de 2010 envié una carta al director sobre el caso de Marta Domínguez, que se publicó unos días después. Transcurridos estos meses y cuando acaba de ser exculpada aquella carta sigue teniendo plena vigencia. Decía así: «Desde el primer momento, aquel mediodía del 9 de diciembre, supuse que la llamada operación Galgo podía ser una monumental chapuza o una enorme cortina de humo. Basé mi suposición en el momento tan oportuno de aparecer, más bien de explotar, a tan sólo unas horas de que en el Congreso se debatiese el caos de los aeropuertos. Otra de mis suposiciones se basaba en que todo lo que se sabía a ciencia cierta era que un par de supuestos guardias civiles salían de la casa de Marta Domínguez con una caja de cartón y un ordenador personal y, de inmediato, prensa, radio y televisión, sin apenas excepciones, se lanzaron a culpabilizar del todo y por todo a la gran atleta palentina, nada menos que a la mejor atleta española de todos los tiempos. Lo que ocurre es que el tiempo pasa, a Marta Domínguez no se la ha sacado ni una sola declaración pública que no sea la de su ferviente autodefensa. Pero, tranquilos, que como en este país de chapuzas o de cortinas de humo podríamos escribir una enciclopedia, y como, además, el efecto que se pretendía ya se logró sobradamente, de la operación Galgo (¿o era Podenco?) se irá sabiendo menos y menos, hasta la próxima «operación». Alejandro Almunia. León