LA QUINTA ESQUINA
Santiago y el caos mundano
H ace unos cuatro millones de años vivían homínidos sobre la Tierra con la intención de fabricar herramientas y caminar sobre dos patas. De esa rama de bípedos, aun trepadores pero ya volcados en la técnica, sale un brote verde del que descendemos nosotros, los homo sapiens, que peregrinamos por el planeta (con mal asiento) desde hace 100.000 años. Si bien -”y aunque nos pese en el currículum-”, nuestros antecesores no inventaron los utensilios, ni lenguaje, ni la cultura, pero obtuvieron postgrado y master en desmesura y desorden. Esa es nuestra herencia. Dice Edgar Morin, sociólogo francés (verdadero abuelo de los indignados), que nuestra más profunda originalidad es ser «animales dotados de sinrazón». Por ello, no se atormenten sobre la condición humana cuando las noticias les relaten las matanzas de cada día, pues a partir del Neanderthal se multiplican, no solo los asesinatos, sino las carnicerías de todo tipo y por multitud de causas. La demencia, en nuestro árbol genealógico, está adornada con odios, cóleras y delirios. El homo sapiens se debatirá entre los sueños, la afectividad y la violencia, introduciendo de manera brutal el desorden en el mundo, con el ruido y la furia como uno de los rasgos más destacados de su historia. En esa fiesta de la irracionalidad «el homo pasa de sapiens a demens», como dice Morin, que concluye que a mayor complejidad social e intelectual, mayor desorden y mayor violencia.
En ese mundo de desmesura el homo demente se marca como objetivo afrontar la muerte de la mejor manera posible y para ello crea los mitos. «El hombre muere desde su nacimiento», decía san Agustín, porque en cada instante de nuestra vida padecemos corrupción y podredumbre. La única vía de salvación, como nos hizo saber el papa Calixto II (1119-1124), es peregrinar hacia la inmortalidad, o sea, «mucha cama, poco plato y mucho zapato», que dice el señor Quico de Pinilla de la Valdería, que ha llegado a los 110 años. Este papa, del que toma su nombre el famoso Códice Calixtino , se dedicó a recopilar los milagros de Santiago «recorriendo las crueles tierras y provincias» (quién sabe si también la nuestra, con perdón), camino del santo sepulcro. De nombre Guido de Borgoña, potenció las peregrinaciones lanzando anatemas contra los que vejasen a los fieles que iban a Roma y creando el Año Santo Jacobeo, con indulgencias para los peregrinos el año en que la festividad del apóstol cayera en domingo. También promovió una cruzada para matar moros, una iconografía asociada a Santiago que aun permanece en algunos templos y en demasiadas mentes fanáticas-¦ Había que hacer algo.