Diario de León
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CARLOS CARNICERO
León

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No sólo es el Partido Popular, en España, quien está dispuesto a jugar al límite y poner en peligro la estabilidad de los sistemas financieros. En Estados Unidos, el Partido Republicano, rehén voluntario u obligado del Tea Party, quiere poner a la administración de Barack Obama contra las cuerdas con amenaza de quiebra del estado y unas consecuencias para la economía mundial imprevisibles. No parece que les importe el Apocalipsis si destruye el proyecto demócrata. Una de las condiciones que no aceptan es subir los impuestos de las rentas más altas. Una medida fundamental que no significa otra cosa que deshacer una parte de los beneficios que desde la época de Ronald Reagan gozan las grandes fortunas en Estados Unidos. Los neoliberales establecieron que el hecho de que los ricos pagaran menos impuestos dinamizaría la economía. Y a continuación establecieron una disminución de los gastos públicos, especialmente los sociales. No se disminuyó el gasto militar, lo que en definitiva era ingresos para la industria, para los sectores financieros. Ni las ayudas a las entidades financieras en quiebra.

La democracia política está estableciendo, por la vía del bloqueo, que no hay manera de hacer progresar a las capas más humildes de la población porque enseguida se viene arriba la revuelta de los poderosos. En España se está empezando a desmontar el estado del bienestar. Lo que está haciendo el gobierno de Convergencia i Unió en Cataluña es bien evidente. Se cierran camas hospitalarias, se paralizan ambulancias y se disminuyen los puntos de atención médica. El copago es una amenaza real en los proyectos del Partido Popular.

Hubo una vez que el presidente socialista de España, José Luis Rodríguez Zapatero, tuvo una ocurrencia memorable. «Bajar impuestos es de izquierdas», dijo. El PSOE es prisionero de sus propios errores y no parece que esté por la labor de recuperar las banderas de la socialdemocracia. Creo que asistimos a la agonía de la economía de mercado tal y como la conocemos hoy. Pero no se vendrá abajo hasta que se produzca la rebelión de los que menos tienen. No creo que falte mucho, porque las cosas que están pasando son verdaderamente insoportables.

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