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Publicado por
CÉSAR GAVELA
León

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La tierra de León es patria de grandes escritores en todos los ámbitos de la literatura. Unos son muy conocidos y reconocidos, y, sin duda, lo merecen. Porque su palabra es iluminadora; porque su decir es sincero, imaginativo y profundo.

Tal vez no sea bueno señalar, o sí. Pero poetas como Antonio Gamoneda, ejemplo de vida y obra, escritor extraordinario, ahí está. O Antonio Colinas, uno de los poetas más relevantes del idioma. O el talento renacentista de Juan Carlos Mestre.

Si hablamos de narrativa, es evidente que nombres como Antonio Pereira, Ramón Carnicer, Luis Mateo Díez, José María Merino, Julio Llamazares o Raúl Guerra Garrido están en lo mejor de la ficción hispanoamericana. Si nos vamos al ensayo, Andrés Trapiello es formidable, aparte de su obra poética o narrativa. Y hay muchos más, no caben todos.

Pero sí cabe Pilar Blanco. Poeta excelsa y aún muy desconocida. Una de las más brillantes de España, y que lleva una vida libre y lejana, en la soleada Alicante. Lejana pero cercana a todo lo que vibra y es. Cercana al Bierzo, donde nació, hija de bercianos.

Pilar Blanco es de Bembibre y es profesora de literatura en la tierra valenciana. Su padre era también bembibrense, y de él viene el tono astur-leonés de Pilar. De su madre ponferradina y de raíz galaica le viene su otra alma berciana, la que mira al oeste. El norte del padre, el poniente de la madre. Esa es la geografía raigal de Pilar, pero su obra es universal. Es una obra metafísica, de altísimo vuelo, de intenso y hermoso decir. Los poemas de Pilar Blanco son perfectos, sugerentes y misteriosos, puro zumo de la reflexión más certera y del sentimiento más emocionado, más creador. Y del riesgo que todo artista siempre debe abordar.

Con esas armas de paz y melancolía, de fuego y fulgor ha escrito nueve libros. Ha ganado premios ilustres: el Miguel Hernández, el Francisco de Quevedo, el San Juan de la Cruz y muchos otros. Y ha publicado sus libros en colecciones estupendas.

Pues bien, pese a ello Pilar sigue un poco en el olvido. En una cierta sombra mientras que otros colegas suyos, respetables colegas, de obra mucho más breve y modesta hacen gran ruido mediático. Abruman con sus actividades. Pregonan constantemente sus viajes y manifestaciones. Se mueven hasta el paroxismo para triunfar.

Pilar Blanco ya ha triunfado. En su mirar, en su entrega a la palabra, en su estar en el mundo. En su inteligencia y en su calidez, en su ironía y en su bondad. Ella escribe, teje, ofrece y deslumbra. Ayer leyó en Cobrana, en compañía de otros poetas. Leyó en el Bierzo después de varios años. Su voz perdura en los bosques de Cobrana; y en sus libros bellos, tensos y memorables.