Diario de León
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camino gallego
León

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Después de tantos esfuerzos y sacrificios todo ha sido en vano. Los esfuerzos son de las arcas públicas, que se gastaron una pasta en hacer de Fernández Ladreda la avenida vertebradora más inútil de España. Y los sacrificios son los de sus vecinos, que sufrieron las incomodidades de las obras faraónicas, y de sus comerciantes, que padecieron en sus balances los disparatados diseños.

Se trataba, por una parte, de paliar el ruidoso tráfico que soportaba tan fundamental vía, pero para ello había modos y maneras más fáciles y, por supuesto, más baratas de conseguirlo. El asfaltado con el nuevo material hecho de neumáticos usados está demostrado que reduce mucho los decibelios.

Si a eso unimos la prohibición de circular para camiones, no creo que los vecinos puedan expresar más quejas que los de otra calle de la ciudad.

Pero es que además habían desaparecido los aparcamientos, algo de lo que no estamos sobrados precisamente en esta capital y que en la zona era especialmente sangrante, porque en Fernández Ladreda hay muchos edificios que, por su antigüedad, no tienen cochera.

Respecto a que los vehículos pasaban por dicha calle a mucha velocidad, con grave perjuicio para la integridad física de los peatones, la solución no era poner chepas de asfalto en los pasos de peatones, sino algo más racional, como reducir la velocidad en esa vía. Así ahora será una más de las zonas 30 de la capital y nadie se rasgará las vestiduras por ello, después de que las marquesinas, los autobuses y los aparcamientos hayan vuelto donde solían. Y también el tráfico, con doble carril en cada sentido.

No se pueden cometer más despropósitos cuando se dispara con pólvora del rey. Al anterior equipo de gobierno podrán achacársele muchas cosas, pero especialmente es denigrante el despilfarro que hizo de los caudales públicos.

Las cosas se pueden hacer bien, mal o regular. En Fernández Ladreda las hicieron rematadamente mal. Y ahora, con cuatro duros, sus sucesores se lo están demostrando. Es mezquino acordarse del chocolate del loro que supone dejar esto como siempre debió estar cuando se hizo mutis con el inútil despilfarro del equipo anterior. Y todo sale de los mismos bolsillos. Una zona 30 y dejar todo como estaba (pero sin los millones que costó) es la solución auténtica y sin complicaciones. Para ese viaje no hacían falta alforjas.

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