EDITORIAL
Siesta de agosto, realidad de septiembre
Hay un cierto desconcierto veraniego en el mundillo político. Sólo así se entiende que sean las alcadesas de Villablino primero y la de Villafranca del Bierzo después quienes salgan a dar la cara contra la ejecutiva provincial del PSOE, Francisco Fernández en concreto, después de las notables y muy significativas ausencias en la segunda reunión de los críticos en Astorga. No hay réplica, porque no hay nadie, por parte de la oficialidad del partido. Nada que decir después de dicho lo dicho. No hay nadie en la Diputación para avivar el fuego o apagarlo sobre el incremento en las asignaciones por parte del pleno provincial y no hay nadie en el Ayuntamiento para vigilar el cumplimiento por parte de Emilio Gutiérrez de la número 100 de las cien medidas para cambiar León en cien días: el alcalde no tiene vacaciones.
Hay un cierto alivio en la ciudadanía por esa circunstancia, una grata sensación de paz y un evidente sosiego. No hay serpientes de verano en el desconcertado y desconcertante agosto, ni palos de ciego, ni evidencias de que el rumbo siga puesto en la improvisación, en un paso adelante y dos atrás, en el hizo y deshago. Ante este remanso de paz que con su ausencia o al menos con su silencio nos regala la clase política nadie parece desear que regrese la realidad —dura pero real realidad— de septiembre.