El error de estrategia del 15-M

Logró reunir en las plazas del país hasta a tres generaciones, padres, hijos y abuelos, que se sumaron espontáneamente al movimiento de Indignados. Conectó con la llamada sociedad civil, azotada por una crisis económica que se alarga sin que parezca que se encuentran soluciones adecuadas y hastiada de la concepción del manejo del poder de los partidos políticos. Dio voz a quienes sólo podían opinar en las urnas cada cuatro años. Obligó a los políticos, desde ministros hasta alcaldes o concejales, a recortes de sueldos, coches oficiales, gastos y privilegios. Denunció los abusos de la banca en un país que pasó del crédito total a la asfixia financiera más absoluta. Forzó a dirigentes, líderes y personajes públicos en general a practicar una cierta austeridad, al menos en público. Logró la simpatía casi unánime de una sociedad que veía en este movimiento una consecuencia lógica del fin de la era de la abundancia, con una amenaza más real que nunca sobre el Estado del Bienestar. Conectó, en definitiva, con las demandas de los ciudadanos.

La sociedad civil no se había enfrentado jamás al 15-M. Hasta ayer. En Sosas de Laciana, sólo el cordón de los GRS evitó un choque abierto entre los indignados y los indignados de los indignados .

Un error de estrategia del 15-M ha dado al traste, precisamente en León, con el apoyo social del movimiento. No se puede atacar el medio de sustento de cientos de familias que a duras penas sortean la crisis. Venir a Laciana a exigir el fin de los cielos abiertos, alegando que la minería es un sector sujeto a corrupción por el reparto de subvenciones oficiales y por su impacto en el medio ambiente, es una provocación innecesaria. Si tienen pruebas de ello, deberían además denunciarlo en los tribunales.

Los sucesos de Laciana son un punto de inflexión a nivel nacional que deberían llevar al movimiento del 15-M a una reflexión interna si no quieren dilapidar lo conseguido.