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León

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L a Cultural goleó a la Ponferradina B, 1—4. Días antes, ambos equipos habían hecho sus ofrendas de inicio de temporada; unos a la Virgen del Camino, otros a la Virgen de la Encina. Sin hacer de menos a ninguna devoción, alguien tenía que ganar el encuentro, pues el empate es un resultado salomónico que a nadie satisface. En la suya, los jugadores de la Cultural solicitaron a las alturas «salud y suerte». En términos algo más terrenales: cobrar cada fin de mes y meter muchos goles. En nombre de todo el equipo, el portero leyó la oración del futbolista. Los ateos consideran que estas peticiones son meras manifestaciones de superstición popular, aunque luego ellos caminen con la mirada en el suelo buscando la lámpara de Aladino, para pedirle esos dos mismos deseos y además un tercero ya abiertamente pecaminoso. Pero sí, en los campos de fútbol es uno de los escasos lugares donde aún es frecuente, fuera de los templos, ver a personas santiguarse, besar medallas o mirar con gratitud a las alturas. Tales muestras quizá no tengan siempre el rigor litúrgico del que hacen gala los obispos, pero reflejan la religión sincera y espontánea del pueblo. La fe del carbonero, se la llama. Otra cuestión sería dilucidar por qué ese mismo futbolista que acaba de persignarse es capaz de atizar una coz a su rival, incluso de meterle el dedo en el ojo. Gran misterio teológico, sin duda. Pero ¿no es enigmático el corazón humano?

Del mismo modo que los equipos de fútbol confían en la ayuda celestial, muchos de ayuntamientos tendrían que salir en rogativa para que les llueva dinero para pagar sus deudas. Porque lo de algunos municipios ya no se soluciona con cuatro gotas. También el presidente Herrera impregnó de cristianismo su pasado discurso de investidura, dijo: «Pido a Dios ayuda para estar a la altura, servir y ser útil a los castellanos y a los leoneses». La política se juega en equipo. No hay otra manera de ganar.

Y un último regate antes de que el árbitro pite el final de la columna: el Real Madrid le metió 6 goles al Zaragoza. Ronaldo jugó como los ángeles. No sé si lo de Casillas es la fe del carbonero, en Carbonero, o ambas a la vez. El amor siempre ha sido mano de santo. Incluso en el fútbol.

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