EDITORIAL
Liberados sindicales sí, pero en su justa medida
Difícil, muy difícil resulta que las administraciones y los sindicatos faciliten la cifra de liberados sindicales que existen en estos momentos en la provincia. Tanto es el misterio que más bien parece el secreto de estado mejor guardado por unos y por otros. Y es ahí donde empieza el problema. El Estado de Derecho, ese que surgió de la Transición española hace ya 36 años, es el que permite y regula por ley la existencia de la figura del delegado y del liberado sindical, que es aquel que percibe un sueldo sin acudir a su puesto de trabajo porque debe cumplir con sus funciones de representante de los trabajadores. Ese es el leit motiv de su existencia. Otro cosa es determinar cuál es el número que se necesita para llevar a cabo esa labor.
La crisis, como sucede con casi todo, ha abierto este debate hasta el punto que comunidades como Castilla-La Mancha o Madrid ya anuncian un drástico recorte en el número de liberados. Los liberados sindicales deben existir porque es un derecho ganado por los trabajadores, pero es necesario un mayor control sobre ellos. Liberados sindicales sí, pero bajo control y, sobre todo, en su justa medida, que es aquella que viene fijada por el número preciso que se necesita para cada área de trabajo, ni más ni menos.