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Publicado por
javier tomé
León

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El arte de saber estar, quizá la más depurada de todas las artes, enseña que no existe amor más sincero que el profesado por la comida y la bebida. Puesto que la economía está cuesta abajo a la rodada, y siempre es mejor encender una vela que maldecir la oscuridad, algún cráneo privilegiado con nómina en la empresa Pharmadus se ha lanzado a publicitar sus productos estrella en los mejores escaparates neoyorquinos, con la sana intención de que sus tés e infusiones se convierten en los reyes del bebercio allá por Manhattan, la Pequeña Italia y otros barrios colindantes. Así, saltándose a la torera el hermetismo de la privacidad doméstica leonesa, berciana en este caso, la barra de un establecimiento tan cool como el hotel Room Mate Grace, refugio dorado para la gente guapa y adinerada del lugar, se dedica a fomentar la cultura del cóctel de importación gracias a unos contundentes preparados que, después de un simple trago, te suben los ojos al cielo.

A modo de regalo de lucidez, ese mago de las ilusiones que es el barman se ha inventado un repertorio de cinco excelsos combinados que mezclan, a plena satisfacción del consumidor, las tisanas con otros quitaesmaltes de tan contundente graduación como tequila, ginebra o vodka. Brillante experimento que sirve para engrasar a la perfección la rueda de la comunicación humana, aunque superando el listón de la ingesta lógica te ilumina por dentro igual que un árbol de Navidad. La soberana voluntad del público ha dictado sentencia y podemos decir, a plena satisfacción, que la empresa asentada en el Bierzo ha triunfado en toda regla en la Gran Manzana, poniendo muy alto el listón del cosmopolitismo bebible. Aunque parezca un cuento de hadas, nuestras infusiones se pasearán por el resto de la geografía americana, con la sana intención de que el pueblo de Obama olvide sus muchas cuitas y pesares. En definitiva, ha nacido en los Estados Unidos el hechizo Pharmadus.