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Publicado por
ANDRÉS ABERASTURI
León

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Es la hora del filibusterismo o, si lo prefieren y para que suene menos duro, de arrimar descaradamente el ascua a la sardina de cada uno. Y para eso valen todos los argumentos incluso los que no resisten un mínimo examen de rigor y coherencia. La reforma de la urgente y apresurada de la Constitución -por culpa del Gobierno que se había choteado del PP cuando este la había pedido hace un año- ha abierto la espita de todo el pintoresquismo de un país que cada vez me cuesta más entender. Porque la reforma aprobada en el Congreso es, si me apuran, casi una reforma técnica, necesaria en estos tiempos de crisis, fruto directo de una gestión desastrosa de ZP y más pronto que tarde estará en todas las constituciones de la Unión Europea. Es que la cosa no tiene más recorrido y los que hace de esta medida un red-bull, los que le ponen alas, minutos de televisión, posibles huelgas e ingeniosas pancartas es porque se aprovechan de la forma: que lo que hasta ahora parecía intocable y sagrado, el melón imposible de abrir, se cate en un «plis-plas» como negara Rubalcaba.

Pero si en la Cámaras las cosas andan movidas, ni les cuento en otros ámbitos en los que la tijera de la crisis empieza a cortar nunca se sabe si por lo sano o por lo enfermo. Que tendrá que haber planes de ajuste y ahorro, parece innegable y lo que es falaz es jugar con los números: si se recorta presupuesto, habrá más paro a corto; cierto, pero es que si no se recorta, habrá banca rota. ¿Qué es preferible? Lo que no tiene ningún sentido es eso que se ha puesto de moda estos días y que parece que sigue practicando el señor Griñán al margen de toda lógica: hacerse trampas en el solitario. Si gastándonos lo que no teníamos hemos llegado a más de cuatro millones de parados, tal vez habrá que plantarse que entre un estado del bienestar y un estado subsidiado hay ciertas diferencias.

Eso si no gana Rubalcaba las elecciones porque, sencillamente, es cierto que tenía el secreto para acabar con nuestros pesares y, encima, ha tenido la generosidad de hacerlo publico sin ningún rubor: «con lo que gano subiendo el impuesto a los ricos y lo que me ahorro quitando las diputaciones, las cuentas cuadran y sin recortar en educación o sanidad que eso lo hacen otros». Ya ves que tontería; con lo fácil que era y a nadie se le había ocurrido. Si cuando te digo que al final va a ganar las elecciones.