Diario de León
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ernesto escapa
León

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Un lector se interesa por el cambio de nombre de un pueblo zamorano, que antes de llamarse Casaseca de las Chanas se tituló Roelos del Campo, y aún antes, Cagajones. Lo hace para chinchar a un amigo con el gentilicio. García Lorca llevaba fatal sus estíos en Asquerosa (más tarde Valderrubio), y Gala oculta haber nacido en Brazatortas. Más allá de caprichos, es verdad que algunas mudanzas parecen irremediables, como las que adecentaron el viejo nombre zamorano de Garrapatas, que pasó a llamarse Santa Eulalia de Río Negro, el soriano de Fuentelpuerco (Fuente Tovar), el abulense de Escarabajosa (Santa María del Tiétar), el burgalés de Cuerno de Butrón (Villalta) o los leoneses de Sacaojos (Santiago de la Valduerna) y Vega de Perros (Vega de los Caballeros). No logró desprenderse del apellido canino Villaviciosa de los Perros, en el alto Bierzo. Ni alcanzó la muda a Escarabajosa, en Segovia, Cabezas de Alambre, en Ávila, Culebras, en León, y Lagartos, en Palencia. Pozal de Gallinas (Valladolid) intentó convertirse en Morales del Rey, pero no pudo con los pagos a la Corona.

Otros cambios obedecen al deseo de adornar un pasado hortelano que se considera vulgar para los nuevos tiempos, como el morañego Cebolla, ahora San Cristóbal de Trabancos, o Curiel (Valladolid) y Fresno de los Ajos (Zamora) o Alija de los Melones (León), actualmente apellidados de Duero, de la Ribera y del Infantado. Sin embargo, El Ajo (Ávila) mantiene su nombre y sabor. Tampoco faltan los disimulos de corrección política, como el conato de relevar Matajudíos por Cabezón en el apellido del burgalés Castrillo, en homenaje a su ilustre hijo Antonio de Cabezón. Echó atrás la iniciativa la Academia de la Historia, porque Matajudíos nada tiene que ver con persecuciones. Pero el lavado toponímico no siguió con el palentino Matamorisca o el leonés Matamoros. Por no mencionar la persistencia de nombres ofensivos para la nueva conciencia ecológica, como el leonés Matalobos, el soriano Matalebreras o los abulenses Moraleja, Villar y Blasconuño de Matacabras. O los dedicados por la dictadura a Yagüe, a Onésimo y a Franco, bien con su apellido o en la sublimación de Caudillo.

La cursilería mudó el salmantino Barba de Puerco en Puerto Seguro a la altura de 1916. El nombre antiguo describía de forma muy plástica la figura dibujada en su horizonte por la confluencia fluvial del Dos Casas con el Águeda, que realmente parece el hocico de un geológico cochino. Este lugar se llamó primero Barbada de Puerco, hasta que la economía expresiva dejó el morro en barba. Todo ello antes de recibir su pomposo nombre actual. Puerto Seguro era el título nobiliario del diputado charro que gestionó la mudanza en Madrid e hizo de padrino en el bautizo.

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