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Publicado por
FELIPE RAMOS
León

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Hubo un tiempo en que el Partido Socialista blandía la bandera de la igualdad y la llevaba hasta las últimas consecuencias. Un tiempo, no tan lejano, en el que los socialistas eran los que más defendían a las mujeres, o eso decían ellos, y los que más y mejor representaban el espíritu de la Ley de Igualdad. Esa que exige que en las listas electorales debe haber igual número de hombres y de mujeres. La conocida paridad, que obliga a que entre los cinco primeros de una lista dos al menos sean mujeres. En ese tiempo, los del PSOE comandados por su entonces líder —todavía lo es aunque ya nadie le hace caso— Zapatero fueron un paso más allá y se inventaron el efecto cremallera. Era el tiempo de los efectos y el de la cremallera llevaba hasta las últimas consecuencias la paridad. Las listas, en ese tiempo, se hacían hombre, mujer, hombre... y así sucesivamente. Eran tiempos de bonanza económica, donde el PSOE ganaba elección tras elección y, por ejemplo, aquí en León poco importaba ser el 2 ó 3 o incluso el cuatro, porque siempre el 1 o el 2 se podían ir a un alto cargo y la lista corría.

Pero esos tiempos de bonanza se han ido y con ellos el efecto cremallera y con él las mujeres del PSOE en los puestos de salida al Congreso y al Senado. Los tiempos cambian y los principios, al estilo Groucho Marx, también. Y es que la cremallera es buena si se tiene garantizado el puestín, si no se cierra la cremallera y se tapan bocas con argumentos baladíes. Por cierto, ¿dónde están las defensoras de las mujeres del PSOE, como por ejemplo Teresa Gutiérrez? En un puestín a razón de más de 72.000 euros al año. Eso es lo que vale su silencio.

La realidad es una y dice que los dos responsables de la mayor derrota electoral en la historia del PSOE de León ya están colocados: el desorganizador, en la Diputación, y quien le manda, en el Congreso de los Diputados, lista en la que se incluyó porque sabía que si iba al Senado los suyos no le iban a votar. Es lo que tienen las listas abiertas.

Fernández y Del Blanco son como los antiguos listeros de las industrias. Esos empleados, como su nombre indica, pasaban lista, controlaban las fichas y las chapas de todos los trabajadores para saber quién entraba y quién salía de la fábrica y a qué hora entraban y salían. Lo mismito que estos dos, que han convertido el PSOE en su cortijo personal para colocar y colocarse. Bien mirado más que listeros son unos listines.

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