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Publicado por
daniel gavela
León

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Las comarcas leonesas no tienen rango legal, salvo la del Bierzo. Son comarcas un tanto discutibles, delimitadas con borrosos trazos. Pero algún día veremos sus colores ciertos en el mapa.

Los que sí existen son sus barones. Los viejos barones comarcales de León, una especie de condestables de la democracia. Pequeños líderes de tierras dignas y hermosas, muy diversas entre sí. Porque no es lo mismo ser el heraldo del Selmo que del Cea. Hay mil mundos por el medio.

Son barones, no sé si hay alguna baronesa. Miembros de la baja nobleza de la política que andan por ahí, por los palacios institucionales. Que van de su demarcación a la capital, que pisan fuerte, que conocen trucos y normas, gentes y funcionarios, restaurantes y chácharas. Conforman un modo de vivir. Vocacional, modesto, integrado en valles y pueblos. Algunos llevan muchísimos años es eso; otros llevan el doble. Son incombustibles, viven para su vocación. Siempre están en lo suyo, disfrutan y prometen, cumplen cuando pueden y, sobre todo, están enterados de cualquier detalle que sucede en su jurisdicción. Por mínimo y ajeno que sea.

Si supiéramos la minucia con la que los barones observan y controlan su condado no nos lo creeríamos.

Algunos ya tienen un poso creciente de escepticismo, pero lo disimulan muy bien. Vuelven a la carga, nunca se arrugan. Si hay que ir una noche de nieve a 40 kilómetros de distancia para convencer al concejal de una pedanía misteriosa, ellos van; no conocen la pereza. Y es que tienen siempre ambiciones, que unas veces cristalizan y otras no. Un buen premio es ser diputado provincial, tener que hacer muchos viajes a León. Hay otros premios menores.

Pero triunfadores o no, ellos son la clave del tejido político de las tierras provinciales. La cartografía de León es una red muy sólida de vizcondes socialistas y de infanzones populares.

¿Y las comarcas de esos barones? ¿Cuándo tendrán reconocimiento legal? Tal vez solo cuando se produzcan esas uniones de los ayuntamientos que preconiza la Junta. Uniones libres, como las parejas de hecho. En este caso, orgías de hecho. Luego de derecho.

De momento las uniones son voluntarias pero terminarán siendo obligatorias. La provincia no puede tener tantos municipios pequeños. Deberá articularse en comarcas que aglutinen ayuntamientos. Habrá terribles resistencias pero no queda otra. Estamos en 2011 no a comienzos del siglo XIX cuando se decantaron los entes locales que aún perduran. Llegan tiempos de mucho cambio. Y la provincia tiene que parecerse a sí misma: ser un mapa de comarcas más que de diminutos concejos. Con sus barones al frente. Los barones persistentes. Algunos ya empiezan a ser eternos.