Diario de León
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camino gallego
León

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Aunque parece que está todo inventado, son muchas las cosas nuevas que se pueden hacer. Y lo más curioso es que suelen ser cosas sencillas de llevar a cabo y sin un abultado presupuesto.

Durante la pasada semana hubo varias de estas novedades que sorprendieron favorablemente al vecindario. Eso de hacer el mercado de los sábados en la plaza de la Catedral posiblemente tenga antecedentes en el medievo, pero no se había realizado en los últimos sesenta años. Aunque la plaza de Regla en la actualidad no debe ser el mejor lugar para el ancestral mercado, lo cierto es que no desentonó, en un marco próximo al mercado medieval, pues en aquella época posiblemente los alrededores de la Pulchra fueran lugares habituales para el mercadeo y el trueque.

También novedoso fue el reclutamiento de las doncellas por cuatro antiguas parroquias de la ciudad para ofrecérselas al califa cordobés, que por primera vez se personificó en un Julio Cayón cuyo aspecto no es muy moro que digamos, pero que se prestó a escenificar una historia no demasiado gloriosa para nuestras gentes. Porque no es novedad que los leoneses nos hayamos sometido históricamente a caprichos tan crueles como quedarnos cada año sin cien doncellas cuya única culpa fue nacer en un reino que no supo defenderlas, ni sus padres tampoco.

Aquí los derechos de pernada siempre se han considerado normales y si hay que pagar tributos se pagan, por muy onerosos que sean. Hablaremos mucho, nos quejaremos de nuestra mala suerte, le echaremos la culpa a cualquiera para demostrar que nosotros no la tenemos ni la merecemos, pero que somos capaces de pechar con ella, por el simple hecho de que nunca nos pondremos de acuerdo entre nosotros para protestar, para decirle a quien corresponda que no estamos conformes con la imposición y que tampoco vamos a estar sufragando eternamente todas las guerras en las que el caudillo de turno se empeñe en meternos.

El buen tiempo acompañó y las gentes se volcaron con los pendones y los carros engalanados. No sé cómo podrá compaginarse esto con el novedoso proyecto municipal de remodelar de forma flotante la plaza del Grano. Creo que hay otras necesidades más imperiosas y que no debe tocarse la única zona realmente antigua de la ciudad. No es para andar con tacones, pero es más fácil que quien los lleve no entre o se los quite, que «modernizar» un entorno entrañable.

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