Diario de León
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caballero
León

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Las setas que le han robado las lluvias al otoño se las han devuelto las elecciones en forma de políticos. Crecen en todos los praos . Forman corrillos en las camperas de los periódicos: unos emboscados debajo de las zarzas en las que les han enmarañado sus propios compañeros, como Miguel Martínez en el PSOE y Carlos López Riesco en el PP; otros, triunfantes en el abesedo de los montes a la espera de que el 20 de noviembre les otorgue un escaño acolchado para cuatro años en el Congreso de los Diputados o el Senado, con 6.000 euros de sueldo al mes, viajes gratis, dietas, pensiones máximas y privilegios, como el socialista Francisco Fernández y el popular Juan Morano. Hongos perecederos —amanitas faloides los más— que vegetarán durante cuatro años como han hecho los que ahora salen, sin que esta provincia note efecto alguno por la labor de sus distinguidas señorías por León, salvo intervenciones de viernes y fotos floridas cuando algún cargo decida pasearse por aquí para entender por qué no hay vocablos leoneses para la conjugación del verbo desarrollar.

La legislatura que viene será otro páramo extenso en el que dejar en barbecho las promesas que esta vez ni siquiera se esmerarán en pensar para cuadrar el programa. Proyectos recurrentes que hacen que esta provincia se levante cada cuatro años como Bill Murray en Atrapado en el tiempo: aquí, cuando suena el despertador electoral, siempre es el día de la marmota. Siempre hay una autovía por acabar, un tren por llegar, una industria que releve a las grandes firmas que se llevan la subvención y dejan el hueco en la cama, como intenta LM y juega cada medio año Antibióticos.

Esta vez ni siquiera quedará el consuelo de que no tenemos mucho que perder. Cuando se ataque la inviolabilidad del funcionario, que es el último especimen laboral que quedaba en el limbo, se desvanecerá el confort iluso de que la crisis se ceba con las zonas industrializadas, de que no puede desaparecer el empleo que no existe, mientras cada mes se ensancha la acera de la oficina de empleo y aumenta el número de niños que no llevan los libros a la escuela porque sus padres saben que el papel no se puede comer.

Esta semana que entra dan lluvias. Para la próxima verán cómo lucen los setas por la calle para pedirles el voto. Las hay venenosas.

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