El rastro en Papalaguinda tiene un coste

El Ayuntamiento ha decidido modificar al alza las cuotas que deben pagar los vendedores del rastro por instalarse en Papalaguinda y lo ha hecho casi en un 200%. Dicho así puede parecer una medida excesiva, sobre todo si se tienen en cuenta los actuales momentos de crisis, que evidentemente también sufren los propietarios de un puesto en Papalaguinda, pero a la vista de las cifras absolutas el incremento, que oscila entre el 113% y el 200%, no es excesivo.

Además, lo que ha hecho el Ayuntamiento ha sido eliminar el 50% de rebaja que el anterior equipo de Gobierno PSOE-UPL había aplicado a los comerciantes cuando decidió el traslado del rastro al espacio que anteriormente ocupaba Clarés y aplicarles la actualización de las tasas de los últimos años, desde que se produjo su paso a ese entorno. Algo lógico, por otra parte, si se tiene en cuenta que la vuelta a Papalaguinda supone pasar de un espacio apartado al centro de la capital leonesa, donde se ha demostrado la afluencia de público es mucho mayor.

Las nuevas tasas por puesto están acordes a la privilegiada ubicación que ocupa el rastro y significa volver al precio que se pagaba hace cuatro años, actualizado con la subida que durante todo este tiempo no se ha aplicado a los comerciantes. Todo esto sumado a que ésta es la única tasa que están obligados a pagar, hace que la medida venga a poner en su sitio una situación que se había cambiado hace ahora cuatro años, cuando se decidió el traslado de los puestos del rastro al entorno de Clares, un lugar mucho más alejado de la ciudad, tal y como los mismos comerciantes denunciaron en su momento, donde la dificultad de venta era mucho mayor.

La vuelta del rastro a Papalaguinda significa estar en pleno centro de la ciudad y eso, sin duda, tiene un coste: el que ya pagaban antes de llevárselos a Clarés más el IPC de esos años.