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Publicado por
andrés aberasturi
León

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Aun queda una semana para las elecciones y en las agendas de los políticos muchos mítines aun y muchas declaraciones. Y el panorama de nuestro futuro, del de todos, tira más bien hacia el negro y no cuadra ni una sola cifra: aumenta el paro y seguirá aumentando, decrece la economía y ni en sueños alcanzaremos el déficit previsto por el Gobierno y exigido por Bruselas. Grecia es ya una ruina e Italia se desmorona antes de lo previsto porque en las quinielas de los gurús de la cosa, España iba antes. ¿Qué nos ha salvado y nos mantiene aun a flote? Las medidas que muy a última hora tomó el Gobierno de Zapatero de mala gana y tapándose la nariz, esas medidas de las que Rubalcaba duda aun y desde luego intenta no hacer suyas y Rajoy las contempla como de lejos sin terminar de mojarse con el único programa posible para este país y en esta hora, el mismo programa que ofreció Churchill a los ingleses en tiempos aun más trágicos: sangre, esfuerzo, lagrimas y sudor. Metamos en un paréntesis la sangre pero recordemos también el final de aquella alocución: «Venid, pues, y vayamos juntos adelante con nuestras fuerzas unidas». Y es ahí donde no creo que vayamos a acertar.

No sé si el gobierno de concentración del que hablaba Durán sería un exceso, pero lo que está claro son varias cosas: que el PP no debería de ninguna manera —ni con mayoría absoluta— caminar sola o con pactos en los que no estuviera el PSOE involucrado; que el PSOE no debería dar la espalda en un tiempo tan convulso como el actual a un probable gobierno del PP; que la banca y los grandes empresarios tendrían que arrimar el hombro renunciando a parte de los beneficios aunque los beneficios no sean hoy lo que en su tiempo fueron; que los sindicatos, con la que está cayendo, no pueden pasarse el día debajo de la pancarta en cruzadas claramente partidistas y exclusivamente políticas.

Aquí o lo pasamos mal todos —aun peor— o nos caemos con todo el equipo. Pero ese «pasarlo mal» no puede recaer siempre sobre los mismos y habrá que repartir las aportaciones y tendrá que seguir siendo válido eso de que más dé quien más tenga, pero de verdad, sin apaños legales ni triquiñuelas contables. Los del salario están ya muy asfixiados y a los autónomos —con excepciones— no les llega la camisa al cuello. Se puede recortar el gasto y se puede aumentar la recaudación, pero hay que querer hacerlo aunque sea más fácil y más tentador subir el IVA.