Servir a la política y servirse de la política

El portavoz del PSOE en la Diputación, Ibán García del Blanco, cambió su residencia —la fijó en la localidad berciana de Cortiguera exactamente 47 días después de constituirse el pleno provincial— para cobrar dietas y kilometrajes por su actividad en la institución, incrementando mediante esa triquiñuela sus retribuciones mensuales con cargo a la institución. Es una situación que no sólo carece de toda justificación, sino que además es inexplicable e inadmisible, teniendo en cuenta que se trata de un concejal en el Ayuntamiento de la capital que además es diputado por el partido judicial de León. Es él quien ha generado una circunstancia particular nueva respecto a la institución y, en consecuencia, no debe ser ésta y en definitiva los ciudadanos quienes asuman el coste de un problema que no es suyo.

No parece en absoluto razonable que un edil que desarrolla su labor en el eficio de Ordoño II cobre el importe correspondiente a un desplazamiento de 123 kilómetros —246 ida y vuelta— por los trescientos metros de distancia hasta el Palacio de los Guzmanes. Y no lo es por el gasto que supone para la institución, sino por lo que representa, precisamente en estos momentos, y sobre todo por quien lo representa: el númeto tres de los socialistas en la provincia, paradójicamente también alguien cuya primera obligación desde el ejercicio de la actividad pública es velar por los intereses de los ciudadanos y de las administraciones.

Pero tan inadmisible como la actitud personal de Del Blanco es la general de la institución que la consiente... y la paga. Parece evidente que son necesarios mecanismos de control que eviten que ocurra algo así. Y mientras tanto, mientras se articulan, lo que es exigible es que uno y otra den un paso atrás. Que rectifiquen y que el dinero cobrado sea devuelto a la institución. No todo vale en la actividad pública y no puede confundirse servir a la política con servirse de la política.