Diario de León

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Triunfo rotundo sin un cheque en blanco

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El Partido Popular de Mariano Rajoy consiguió ayer un triunfo rotundo, sin paliativos, con un número de diputados que incluso superó la mayoría absoluta obtenida por José María Aznar en el año 2000. No alcanzó el máximo de diputados que le habían otorgado algunas encuestas pero consiguió llevar al PSOE a una debacle histórica para la que sólo podría encontrarse en el pasado un precedente con lo ocurrido con UCD en 1982. Y es que los socialistas se dejaron ayer casi cinco millones de votos en una sangría que les lleva a su suelo con 110 diputados tras derrumbarse por toda España, incluso en territorios como Andalucía o Cataluña en los que confiaban en aguantar el tipo.

El nuevo mapa político español está teñido de color azul porque nadie había acumulado tanto poder a nivel estatal, autonómico y municipal como el que ha logrado el PP entre las elecciones de mayo y las de ayer. El cambio profundo ha llegado a todo el mapa político español y esa necesidad de cambio ha llevado a un vuelco electoral generado especialmente por el descalabro socialista y su sangría de votos. La gestión de la crisis ha pasado factura al PSOE de Rubalcaba pero también de Zapatero y ha aupado al poder a un Rajoy al que los españoles le han reclamado un cambio urgente. Pero esa petición de cambio tampoco ha sido un cheque en blanco porque los 186 diputados del PP no le permiten situarse en los máximos previstos en esas encuestas previas a las elecciones.

En la bancada socialista el desconcierto generado por un derrumbe tan duro como el de ayer (110 escaños) auguran tiempos complicados a nivel interno, que el candidato Rubalcaba no quiso ni supo aclarar anoche mientras el aún secretario general socialista, Rodríguez Zapatero, optó por el silencio a pesar que estaba previsto que con un resultado que salvase los muebles sí saldría para escoltar en su comparecencia ante los medios de comunicación al que fue su vicepresidente. Rubalcaba exhibió ayer una tibieza excesiva y no aclaró ni el futuro del partido ni tampoco si está dispuesto a situarse como líder de la oposición al menos en el primer tramo de la legislatura. Se limitó a devolverle la pelota a Zapatero para plantearle que debería convocar un congreso que, en su opinión, sería ordinario y no extraordinario, para abrir la renovación del partido.

La décima legislatura que se abrirá el 13 de diciembre vendrá marcada por la gestión de la crisis. El PP debe hacer realidad su compromiso de que tenderá la mano a todos para afrontar las necesarias reformas y el PSOE debería asumir su derrota y no incurrir en el error del que han acusado siempre a los populares sobre su mala digestión tras la derrota de marzo del 2004. Lo que predicaron unos y otros en los últimos tiempos que debería hacer el rival tendrá que convertirse en la receta propia, el PP escuchando a la oposición y el PSOE dispuestos a pactar para que España exhiba una postura fuerte ante la presión de los mercados.

En León el resultado supone también un triunfo rotundo para los populares y un castigo brutal para los socialistas. Aquí se hizo aún más evidente la sangría de votos del PSOE en las primeras elecciones sin Zapatero como cabeza de lista. En León a la mala gestión de la crisis y al final de la era ZP se le unieron los escándalos protagonizados por los dirigentes socialistas leoneses. El PSOE leonés perdió ayer más del 40% de sus votos.

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