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EDITORIAL

Convivir en la ciudad exige limitaciones

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León

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Las ciudades tienen espacios limitados y por ello es necesario un esfuerzo de todos para que la convivencia será razonable. Parece increíble tener que recordarlo a estas alturas pero aún es necesario hacerlo: las aceras son para los peatones. Es su espacio natural, donde los niños corren, donde los ancianos caminan con sus limitaciones, donde los discapacitados precisan su espacio y donde en general las personas tienen derecho a circular con la mayor tranquilidad posible. Pero lo que parece fácil no lo es cuando se observa la situación de muchas aceras que están obstruidas por coches mal estacionados o por las que circulan vehículos a gran velocidad en dirección a garajes o para realizar cargas o descargas en locales o portales.

En esta convivencia también aparecen nuevas exigencias a medida que las ciudades cambian su fisonomía. La introducción de la bicicleta en el paisaje urbano es ya una realidad en ciudades como León. En pocos años son muchos los que están apostando por este medio de locomoción para sus desplazamientos o, al menos, como fórmula de recreo. Y con esta nueva situación también existe una nueva exigencia. Las bicicletas deben circular por el lugar adecuado, por su carril apropiado o por aquellas aceras que tienen la suficiente amplitud y siempre manteniéndose lejos de los peatones precisamente porque se pueden aprovechar esos amplios espacios. El que la Policía Local trate en serio el problema que suponen las bicicletas, especialmente en aquellos espacios urbanos con gran densidad de peatones y escasos espacios para ellos, es razonable. Pero también es razonable que si al ciclista se le exige que use el carril bici éste debe estar disponible realmente, sin coches aparcados sobre él o sin peatones que lo utilicen porque resulta un camino más cómodo para pasear. Las multas son el último recurso pero a veces son necesarias en la convivencia.

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