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Publicado por
JOSÉ A. BALBOA
León

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La semana que comienza es trascendental para Europa. La crisis ha puesto de manifiesto la debilidad de la Unión Europea. Cada vez más visible que funciona de una manera caótica, con políticas contradictorias sobre cómo salir de la crisis, salvar el euro o animar la actividad económica. Es manifiesta también la renuencia de algunos países y la falta de líderes. Los que dicen serlo se encuentran atrapados en la perversa, cuando no falsa, dialéctica nacionalismo/europeismo; es decir, intentan salvarse sólos, defender lo suyo por el miedo o el egoismo de sus pueblos, cuando son conscientes de que no hay salvación con menos Europa y más nacionalismo, sino con más Europa: con una moneda, fiscalidad y políticas económicas comunes.

La creación de los Estados nacionales en la modernidad fue obra de algunos reinos, como Castilla respecto a España, liderados por monarcas, como los Reyes Católicos, que encarnaron los rasgos del Príncipe de Maquiavelo: la virtú y la fortuna. Isabel y Fernando proyectaron la unión de sus reinos mediante su enlace matrimonial y lo engrandecieron con anexiones y guerras, como la de Granada, que justificaron con una retórica religiosa pero expresiva de sus objetivos: «no nos ha movido nin mueve, escriben al Papa, deseo de acrecentar reinos e señorios ni codicia de adquirir mayores rentas de las que tenemos, nin voluntad de albergar tesores (solo) el deseo que tenemos al servicio de Dios, y celo a su santa fe católica».

En otros casos, los motivos principales para la unificación de Italia y Alemania no fueron religiosos, sino el saberse partes de un mismo pueblo o nación, el nacionalismo integrador, y su interés por crear Estados que eliminaran aduanas interiores (zollverein alemán de 1829), crearan monedas comunes, y favorecieran la actividad económica para lograr una mayor igualdad civil y social de sus ciudadanos. También en este caso, con los pueblos en pie, fueron algunos reinos, Prusia y Piamonte-Cerdeña; y algunos grandes líderes, Bismarck y Cavour, los que hiceron posibles tal unificación, que tampoco estuvo exenta de dificultades y guerras.

Aunque todos creemos en la necesidad de la UE, falta el espíritu que anime esa unidad y los líderes que la encarnen. Una unidad sólo económica no es suficiente para crear una conciencia y solidaridad europeas. Se eliminó del preámbulo de la fallida constitución europea toda referencia a las raíces cristianas de Europa, pero ese fondo común no fue sustituido por nada, al margen del dinero. Sarkozy hablaba el jueves en Toulon de refundar Europa ¿sobre qué principios?¿quién liderará ese proceso?¿Por qué los países ricos deben apoyar a los débiles? Creo que es necesaria más Europa pero falta el proyecto común, la espiritualidad, que lo anime.

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