LA VELETA
Vidas ejemplares
La Zarzuela elevó a Iñaki Urdangarin, hasta entonces jugador de balonmano, a categoría de duque en razón a su matrimonio con la infanta Cristina, y la misma Zarzuela lo ha rebajado a nivel de duque «poco ejemplar» que es también un título pero cargado de deshonor. Antes de que un juez pueda dictar sentencia a la Zarzuela no le gusta el pasado tormentoso de hombre de negocios que acompaña al duque.
Todo parece un juego de palabras: el duque de Palma, «palma» en el Palma Arena y dejará de estar en la fila de la familia real recibiendo a los visitantes en el Palacio cuándo toca cena o ceremonia.
De alguna manera deja «viuda» a la infanta que aparecerá cómo una mujer separada en las recepciones, algo insólito puesto que en ningún momento se ha discutido su matrimonio aunque todo parece indicar que será el siguiente escalón en la caída del duque. Esto más que tropezón suena a final infeliz.
Estamos ante un duque «deshuesado» al que le han recortado la categoría aunque le dejan la tarjeta de visita mientras dure su matrimonio. De lo que le pueda ocurrir si acabara su relación con doña Cristina le puede preguntar a su ex cuñado Marichalar que pasó de estar en todas las salsas a llevar una vida bastante discreta.
Al margen de lo que puedan decir los jueces a Urdangarin ya le han dicho lo que le estiman y eso duele más que una sentencia por lo que tiene de repudio civil y de alejamiento de su entorno familiar.
No hay nada ilícito en que el ciudadano Urdangarin pueda establecer negocios y relaciones por su cuenta como producto de su trabajo, lo extraño sería que hubiera utilizado su posición en la Familia Real, y por eso le viene la exclusión de todo tipo de actividades a partir de la fecha.
Urdangarin como antiguo jugador de balonmano sabe lo que es estar «en el banquillo» y lo que suelen hacer los buenos jugadores es comenzar a negociar con otro club porque calentando el chándal no se obtienen títulos. Le han marcado la línea de salida y muy despistado debe andar si no se da cuenta a tiempo, entre otras cosas que te tengan por poco ejemplar no es cómodo para nadie.
A partir de ahora pasa a categoría de pariente lejano, de conocido que va de visita. Haría bien en inscribir sus nombre en un tarjetón y llevarlo colgado del cuello para que sepan quién es. Una vez que te «desducan» ya no hay forma de coger el paso.
En Zarzuela ya le han aparcado a categoría de «conocido» y de ahí no le saca ni la divina providencia. Es más, a la cena de Navidad de este año que se lleve un «tupperwere» con unas croquetas de pollo porque no le van a dejar probar ni un langostino de la fuente.
Y todavía que dé las gracias si le sientan en la mesa, (será la buena acción del año).