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León

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La Navidad que viene dejará paso a las celebraciones esas que tienen un punto de escape de la realidad, y un contrapunto de cinismo del que sonríe al vecino del puesto de trabajo que se pasa trescientos cincuenta días al año de puteo permanente. La Navidad que viene en León es un déjà vu , un regreso al pasado, un turrón de hiel e impotencia para más de dos centenares de familias leonesas sobre las que va a llegar la desgracia del desempleo.

Las nochebuenas de León no son más que una señal en el calendario, una llamada colectiva al consumo, una conmemoración religiosa del momento con el que todo comenzó en el cristianismo. Nochebuena en León es un eufemismo, un buena cara al mal tiempo, al frío que arrecia fuera con la caída del invierno y la noche.

El León de hoy tiene los mismos problemas que el de hace medio siglo, con la gente que montaba a la carrera en el tren de La Robla, con los maletones de madera y las prisas por llevar algo a la boca de sus hijos, rumbo a los cinturones del norte próspero e industrial, una vez que se agotó la vía de escape europea; los políticos también miraban a otra ventana en la Navidad de hace veinte años, cuando murió Hulleras y con ella el cuadrante norte de la provincia, lucido y estimulado hasta entonces, se borró del mapa del desarrollo.

No habían cantado los Niños de la Lotería el Gordo del especial navideño cuando los últimos trabajadores de la minería oriental leonesa comenzaron a sacar el billete de no retorno; la misma salida que veinte años más tarde se antoja como única y posible para los empleados de Elmar, el último ejemplo de tajazo a la decencia social en esta provincia. Elmar, paradigma de una marca que nació sobre los reductos de ruinas de la anterior etapa de la industria transformadora de alimentos asentada en Onzonilla, debería ser un fuenteovejuna para esta tierra, en la que ya no queda que restar, y donde los políticos acostumbran a no rendir cuentas y mirar a otra parte. Con el cierre de Elmar cierran hogares, cerrarán aulas, oscurecerá más pronto, se traspasarán negocios, pararán camiones, amanecerá más tarde; y los cobardes que tienen escaños con sueldos se mimetizarán con el ambiente funesto hasta la próxima Navidad, esa época de paz y amor y fiebre consumista en la que en León siempre hay decesos.

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