Diario de León
Publicado por
JOSÉ A. BALBOA de paz
León

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Durante décadas, España fue un país de emigrantes, primero a América y luego a Europa. A América los españoles emigramos durante los siglos XIX y XX; a Europa en el XX. La mayoría de aquella riada de compatriotas eran personas sin formación, o con muy poca, y sin recursos, que buscaban trabajo donde fuere y una vida mejor. Lo hicieron con tesón y sin complejos, y muchos regresaron con un pequeño capital para rehacer sus vidas. Fueron parte clave del milagro español de los años sesenta. Luego, con la democracia, pareció que las cosas habían cambiado, y realmente así fue durante algunos años. Crecimiento económico, trabajo, autoestima; incluso nos convertimos, y eso no fue un espejismo, en país de inmigrantes, que en menos de una década alcanzó cifras desconocida, superiores a las de Francia y Alemania. Llegamos a superar el 8% del total de la población, que ahora supera los 47.000 millones.

La crisis ha provocado en estos últimos cuatro años que el paro alcance cifras dramáticas (5.350.000 personas según Eurostat), un 23% de la población activa. Nuevamente la decepción, el fracaso colectivo, la angustia por el futuro. Una vez más, los españoles nos vemos abocados a emigrar de nuevo, sobre todo los jóvenes, cuya cifra de paro supera un 40% verdaderamante inaceptable. Los nuevos emigrantes no son jóvenes sin preparación, sino universitarios, que hablan lenguas extranjeras. En Alemania, pese a la crisis, sólo hay un 6´6% de paro. Probablemente se trata de una cifra engañosa pues, los 535.000 empleos creados en 2011 son, en buena parte, mini empleos (mini jobs); es decir, temporales y con una paga máxima de 400 euros mensuales, aunque exentos del pago de impuestos, aunque con la posibilidad de contribuciones voluntarias del empleado a la seguridad social y al fondo de pensiones. No todos son así, también crea empleos bien remunerados para extranjeros titulados, en cuya formación no se ha gastado un duro ¡Cuánto sabe la señora Merkel!

Los mini empleos, de los que en Alemania hay más de 7 millones, no son la solución, incluso pueden aumentar la pobreza y la desigualdad social; pero son una alternativa temporal que, al menos, no conduce a la inacción y a la deseperanza de muchos jóvenes. El viernes pasado finalizó, como se sabe, el plazo dado por el gobierno de Rajoy a sindicatos y patronal para llevar a cabo la necesaria reforma laboral. Pero estos no tiene ninguna voluntad de hacerlo, están jugando al perro y el gato, como vienen haciéndolo desde hace años. Ni unos ni otros representan la voluntad de cambio de los españoles, incluidos los jóvenes, que en una reciente encuestas superaban el 40% los que desean mini trabajos. El gobierno debe cumplir esa promesa electoral, aunque le enfrente a los sindicatos, cuyo prestigio está por los suelos, pues son una rémora para el país.

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