LA GAVETA
León 2100
Unos días antes de que llegara el peregrino moldavo Dumi Trache a la provincia de León, el gobierno había suprimido la de Soria. Porque solo tenía cinco mil personas y no era plan. Sus tierras y gentes fueron repartidas entre Burgos y Zaragoza.
León, sin embargo, aún resistía en 2100. Era una provincia de treinta y dos mil habitantes, una cifra aún respetable. Entre otras razones porque Zamora apenas contaba con 13.000 y Teruel no llegaba a diez mil. «Son los tiempos, señor», le dijo a Dumi Trache un barman de Sahagún, villa de 115 habitantes. «Unos tiempos que empezaron hace mucho, allá por el cambio de milenio».
La provincia de León se había ido despoblando año tras año. Pero lo que era un horizonte todavía digno en 2040, con unos trescientos mil habitantes, se precipitó al vacío. Además, ya no venían inmigrantes porque China y la India absorbían a los pocos que iban quedando en el mundo: apenas unos miles de africanos.
Dumi Trache supo más cosas al llegar a León. Se las confió una de las pocas maestras que aún trabajaban en la capital, que contaba con siete mil habitantes. Supo que en la Montaña leonesa quedaban cinco o seis aldeas habitadas, aldeas que antaño fueron villas: Riaño, Villablino, Pola de Gordón, Cistierna. El resto estaba abandonado.
A Dumi Trache le gustó la Ribera del Órbigo, como días antes la del Esla, pero le sorprendió saber que en Veguellina solo vivían 90 personas y 90 gatos; en Hospital, 70 personas y 127 gatos. En la Cepeda y Omaña, nadie. En la Valduerna, unas cuarenta ancianas, esparcidas por montes y collados. En la Cabrera —le dijo el ya único sacerdote de la diócesis de Astorga— solo hay lobos y jabalíes. Y diez daneses que viven desnudos en lo que fue Odollo.
La Bañeza contaba con 300 almas, y Astorga con 301. Se las consideraba capitales de comarca pujantes y populosas. En cuanto a las villas mineras, estaban todas vacías excepto Bembibre. ¿Por qué Bembibre? Nadie era capaz de explicarlo. Cacabelos languidecía con 200 habitantes; Villafranca con ciento ochenta, de los que 144 eran poetas con obra publicada, y en muchos casos premiada. En Ancares y Fornela solo había agua y silencio. En la Somoza y el Selmo lo mismo. Dumi Trache llegó a Ponferrada unos días después. La capital del Bierzo aún retenía 3.000 pobladores, algo admirable. Vio tranvías de aire y periódicos de agua. Allí pasó una tarde entera hablando de bosques y olvidos.
—Y sin embargo —le dijo su alcalde, que era de origen somalí— nunca fue más bella que ahora la provincia. Más feliz.
—¿Por qué?
—Porque siendo pocos, somos más libres. Más remotos.
Algo que era bien cierto porque después de un siglo de Internet, no había lujo mayor que ser remoto. Y solitario.