PANORAMA
Cortina de humo
La habilidad de los ilusionistas consiste en distraer la atención del público mientras ejecutan el truco que este aplaudirá como si se tratara de magia. Es un recurso que también da juego en esa expresión suprema del teatro que es la política. Cuando un político o un gobierno tiene problemas, cuando la opinión pública se le echa encima contra tal o cual medida, es cuando recurre a las maniobras de distracción; cuando pone en marcha una cortina de humo. Zapatero y sus asesores mediáticos acreditaron maestría en este arte. Cuando el número de parados crecía de manera dramática erosionando la imagen del Gobierno, desde La Moncloa impulsaban debates extemporáneos sobre quiméricas alianzas de civilizaciones o tontas polémicas como aquella de las «miembros y miembras» de la ministra Aido que tanto dio que hablar. El recurso es viejo, pero funciona. ¡Vaya si funciona! Que se lo pregunten al ministro Cristóbal Montoro autor de la última y, debo admitir, que ingeniosa maniobra de distracción, de la que ya todo el mundo habla. Me refiero a la propuesta para sancionar en el plano penal a los políticos que gasten más de lo que consignan los presupuestos.
El señor Montoro sabe que la malversación de caudales públicos es un tipo penal que ya está previsto y penado en el Código Penal y que, por lo tanto, lo que necesita España no es una nueva ley para acabar con el derroche (Gobierno, autonomías, ayuntamientos) que nos ha llevado a la deuda elefantiásica que padecemos. Prueba irrefutable de que con las leyes actuales se puede perseguir este tipo de delitos es que estos días esta siendo juzgado Jaume Matas, expresidente de Baleares, bajo acusación, precisamente, de malversación. ¿Por qué, entonces, el ministro Montoro ha sacado de la chistera esta idea que el común simplifica diciendo que sí, que habría que meter en la cárcel a los políticos que gasten más de lo que tenemos? Por dos razones: la primera porque conecta con un sentir muy extendido entre una ciudadanía exasperada por los efectos de la crisis; crisis que invita a mirar hacia los políticos a la hora de buscar culpables. La segunda razón —a mi juicio, la que ha inspirado la cortina de humo— es muy clara: mientras se fantasea con meter en la cárcel a éste o aquél político, el ciudadano se olvida de que el Gobierno del señor Rajoy (Ministerio de Hacienda, titular Cristóbal Montoro) ha subido los impuestos en contra de lo que había prometido y comprometido durante la campaña electoral. Lo dicho, una cortina de humo: un recurso viejo, pero muy eficaz.