Más cementerios y menos viviendas

Un nuevo dato corrobora la caída en picado, demográficamente hablando, de nuestra provincia: como recogía este mismo rotativo, el número de defunciones duplica ya al de nacimientos. No se trata de una sorpresa, aunque sí lo sea, tal vez, la rotundidad de una cifra aplastante que avala lo que se lleva años denunciando, y es que la pirámide poblacional leonesa goza de estrecha base pero engrosada cima, y ya sabemos lo que ocurre cuando el cimiento escasea.

Antes de las autonomías algo ya no funcionaba bien en León, pero todavía mantenía una sólida estructura poblacional nuestra tierra, especialmente más significativo el recuerdo de los tiempos mejores si comparamos con los actuales. Para León, o Zamora, los años de caminar juntas las nueve provincias han supuesto mirar hacia el acantilado de la despoblación y ver cómo caemos a ese vacío que todo lo devora. Por el contrario, Valladolid, con cifras de habitantes algo inferiores a las nuestras, las ha igualado e incluso despega ahora con nuevos bríos desde que todos los organismos oficiales que en el orbe autonómico han sido, todos los altos cargos y carguillos se vinculan a esa capital que nadie ha nombrado pero otros decidieron convertir en centro.

Muchas veces hemos defendido la necesidad de dotar a esta autonomía de armas que potencien el relanzamiento económico y social. Y eso comienza, sin duda, redistribuyendo atribuciones. Si León hubiera recibido la Consejería de Industria, o Salamanca la de Educación, pongamos por caso, las nueve provincias hubieran conseguido sentirse parte de un todo que lucha por igual en nueve distritos. No es el caso. No juega a favor del engaño considerar a Valladolid centro geográfico, pues por las mismas las Cortes jamás debieron abandonar Fuensaldaña. Tampoco alegar que a uno de Burgos le cuesta venir a León, pues las distancias tanto cuentan a derecha como a izquierda y los kilómetros no se alteran en función de quien los interprete.

Pero los datos objetivos están ahí y a veces conviene recordarlos: León se hunde, poblacionalmente hablando. Sobrevive a costa de subvenciones y maltrato al carbón, de turismo no siempre bien potenciado, ahí tenemos Las Médulas y Atapuerca o el circuito de La Bañeza que ha pasado a demostrar que el limbo de los justos existe. El dato es frío, aunque real.

En algunas ocasiones hemos denunciado que León necesitará más cementerios que viviendas, y que en algunos valles habitan más osos que personas, que ya tiene narices el asunto. Envejecimiento y despoblación son dos de los principales problemas de esta comunidad. Pero, como siempre, afectan más a la periferia que al centro, aunque todos paguemos los mismos impuestos. Dejemos de mirar hacia las cruces de nuestros muertos y comencemos a exigir trabajo y futuro para los vivos.