Crisis inmobiliaria y estímulos necesarios

«No se compra porque no hay trabajo». La afirmación lapidaria del presidente de la Asociación Leonesa de Edificación y Obra Pública concreta mejor que ninguna otra sesuda teoría la situación del sector en la provincia, donde los efectos de la crisis han sido todavía más demoledores por la especial dependencia económica y laboral de esa actividad. Una crisis que se lleva por delante a la mitad de las constructoras y promotoras de la provincia y que deja el desolador panorama de diez mil viviendas sin vender y un horizonte desde luego nada esperanzador.

Visto con el paso del tiempo parece claro que las políticas que favorecieron un peso excesivo de la compra a veces indiscriminada alimentaron la burbuja e hicieron que la economía fuese vulnerable ante las subidas de los tipos de interés. Una obviedad conocida de antiguo y frente a la que sin embargo desde mediados de los noventa nadie se atrevió a poner en práctica políticas que, de haberse aplicado, nos hubiesen salvado de una crisis tan grave como la que padecemos, o al menos la hubiesen atenuado.

La consecuencia ha sido una espiral de ajustes de plantilla, procesos concursales y cierres que han provocado un colapso de la actividad, con una caída en el 2011 de un 19% sobre el año anterior en el que a su vez había sido del 9% sobre el procedente. La patronal considera que el sector estará parado al menos hasta el año 2014. Será entonces cuando se retome la actividad en la obra residencial, que no todavía en la civil. Entre tanto, se anuncian medidas tan drásticas que, salvo un cambio espectacular del contexto económico internacional, nos mantendrán en recesión al menos un par de años más. Pero ese objetivo de la convergencia debería conciliarse con la exigencia de regresar cuanto antes a la senda del crecimiento a partir de la generación de empleo y el estímulo del consumo. Porque es precisamente eso lo que puede hacer que las cosas mejoren.