Diario de León
León

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Fue leer el titular de primera de este periódico y dar un respingo. «Los osos se pasean por León». Me dije: «A ver si las dichosas boñigas que amenazan nuestra tranquilidad olfativa no eran de vaca…». Pues no. El excelente reportaje de Ana Gaitero informaba sobre las preferencias por nuestra zona de estos plantígrados, frente a la asturiana. Y no diré que me sorprenda, pues servidor también abandonó un día su madroño madrileño y fue aquí donde halló a su osa mayor. Prefieren León, y esto es más que un juego de palabras. Si yo fuese uno de dichos animales también me sentiría más cómodo entre leoneses que entre, pongamos por caso, murcianos. Algunos ejemplares recorren más de 100 kilómetros para alternar en esta tierra. O al menos para intentarlo, pues como ellos no utilizan Facebook, todavía han de recurrir a métodos primarios, y de resultados imprevisibles, como la caravana del amor. Salvo Baloo, claro, pues a su edad si busca pareja ya sólo puede ser para jugar al mus.

A mí también me gusta mucho León para vivir, pero si alguien me regalase un chalé en Cancún tampoco le haría ascos. Al parecer, peregrinan por el corredor interpoblacional y, con la misma naturalidad que usted va a Gijón a pasar el fin de semana, ellos se acercan a nuestra tierra, no sé si atraídos por nuestra luna de lobos, o para enterarse de cómo va la Cultu. Lástima que el suyo sea un turismo que gasta poco.

Por motivos que se me escapan es un mamífero al que se le han colgado muchos sambenitos. En el final de La Venganza de don Mendo , el vehemente protagonista, antes de clavarse a sí mismo el puñal, exclama un poco farruco: «¡Fuera ocioso! ¡Ved como muere un león, cansado de hacer el oso!». Bella rima, pero un poco forzadina, y en detrimento de la reputación intelectual de los susodichos. «¡Cómo osas preguntarme si soy del Barça!», protesta el madridista. O aquella otra tan animal de «No se puede vender la piel del oso antes de cazarlo». Claro que más recochineo aún tiene lo de «El hombre y el oso…». Pero, majos, aquí y en la selva, unos y otros cuanto más feos mucho peor para ellos.

Pues sí, a los osos les gusta más León. Quizá han oído que aquí los políticos se dan zarpazos. No hay miel para todos.

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