FUERA DE JUEGO
Graciosos
La opinión pública ha vivido con auténtico estupor dos sucesos ocurridos en los últimos días. Son dos tragedias que en el fondo tienen el mismo origen, una gracia. La primera surgió en Italia, donde en el crucero Costa Concordia se produjeron varios muertos y se puso en peligro la vida de miles de personas porque el capitán decidió hacer una gracia.
Días después, en La Coruña, una fiesta Erasmus también acabó en tragedia con la pérdida de cuatro vidas humanas —tres de ellas de policías— porque a alguien también se le ocurrió la gracia de bañarse de madrugada en una playa que sufría el fuerte oleaje derivado de un temporal invernal.
El nexo entre ambos sucesos y entre tantos otros que se llevan a diario a las páginas de los periódicos está en que detrás hay graciosos , un mal muy extendido y que normalmente tiene una doble autoría, el propio protagonista y la cohorte que lo ríe. Y es que lo habitual es que no exista el sujeto del perfil del primero sin la presencia de esos segundos que parecen inevitables y que dan aire al protagonista de la gracia .
Dice la Academia de la Lengua que gracioso es algo «que resulta agradable o atractivo a la vista», pero también incluye como cuarta posibilidad que sea algo «molesto, sin gracia» cuando se opta por la vía de la ironía.
Y algo de todo esto le ocurrió la semana pasada al viceportavoz del PSOE en la Diputación, Matías Llorente. Probablemente es una de las personas que más sabe del campo leonés y también de los que más han hecho por su desarrollo, o al menos así lo ratificarían con los ojos cerrados sus próximos si se les preguntase. Pero sus alusiones a las orejas de un político rival o al felpudo de la presidenta de la Diputación le hicieron adentrarse en ese oscuro ámbito de los graciosos que se merecen la condena automática de los de enfrente pero también de los suyos.
Llorente es reincidente y en muchos de su comentarios graciosos incluye normalmente coletillas con un tufillo machista que es inaceptable para cualquiera pero más para quien ocupa un cargo público. En estos momentos está viviendo un auténtico pulso con el PP en la Diputación pero sus argumentos se desangran si opta por el camino del insulto y la gracia de mal gusto.
Con la actual crisis hacen falta motivos para la sonrisa, especie casi en extinción, pero mejor que sea con gracia.