Diario de León

LA 5.ª ESQUINA

La otra batalla de los 300

Publicado por
JESÚS Á. COUREL
León

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La epopeya de las Termópilas —donde 300 espartanos se enfrentaron al poderoso ejército del rey persa Jerjes—, recuerda en clave bucólica la resistencia de los últimos 332 hórreos de la montaña leonesa frente a las huestes del progreso. La historia de la humanidad está aderezada con periódicas luchas entre renovación y tradición, cuyas consecuencias arrastraron al abismo modas, costumbres, tradiciones y sus enseres. Si en 1959, Ángel Fernández González —en su trabajo El habla y la cultura popular de Oseja de Sajambre —, reflejaba la existencia de muy pocos hórreos en la zona, Melchor Rodríguez Cosmen citaba para el puerto de Leitariegos un descenso —en apenas 40 años—, de 8 a 2 «orros», como así les denominan ancareses y sajambriegos. El censo realizado en 1982 por González Arpide cifraba estas construcciones en 392, con lo cual tendríamos una pérdida, hasta la fecha, de dos ejemplares por año.

El abandono de los pueblos, el escaso servicio que tienen en la actualidad, la falta de tareas de conservación, así como una titularidad compartida que dificulta su «gestión» figuran, entre otras razones, como las causas principales de su abandono y paulatina destrucción. Los últimos ejemplares, cuantificados en 332 por los arquitectos Eloy Algorri y Enrique Luelmo —autores de un excelente libro que publica la Fundación Monteleón—, se mantienen a duras penas, desde Valdeón a Ancares, con más carcoma que grano, aunque sean la imagen turística preferida para singularizar la vertiente leonesa de la cordillera cantábrica.

A la campaña de restauración de hórreos del valle de Valdeón, realizada entre 1988 y 1992 a cargo del Servicio Territorial de Cultura de León, junto al inventario efectuado por la Consejería de Cultura de la Junta en el 2005 y la restauración, en el 2011, del hórreo más antiguo en Las Bodas (Boñar), se suma ahora esta publicación con propósito de enmienda para que purguemos las penas de una extinción que amenaza estos curiosos palafitos.

Un peligro denunciado desde hace años por la valiosa literatura local —con afán de preservar memorias de los ratones eléctricos— con Melchor Rodríguez Cosmen en sus Cosas de viechas dóminas , Amador Diéguez Eyerbe con Etnografía y folklore del Bierzo o José Miguel Alonso González desde Arquitectura popular de Ancares , que nos enseñaron el rico léxico de los pies derechos que los sustentan: «pegochxus» en la comarca lacianiega, horcones por Ancares y pegollos en Sajambre o Valdeón. Esta arquitectura sin clavos, con maderas reciamente ensambladas, precisa como muchos ancianos de prestación para asistencia… Había que hacer algo.

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