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León

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Al final, todo es un problema de educación, de mala, por supuesto. Vivimos en una sociedad en la que las buenas maneras se han enterrado y hoy parecen un simple arcaísmo. El meollo no es tanto un problema de respeto a la mujer sino un problema de respeto, sin más. La gente se ha vuelto vulgar y hortera hasta el punto de que las conductas han sufrido un giro radical. Todo es tan grotesco que la buena educación se ha transformado en cursilería y los chabacanos se creen campechanos. Encontrar gente educada es más difícil que llegar al mundo legendario de Uqbar. ‘Cielo’, ‘cariño’ —cuando no el vulgar ‘oye’— han sustituido al usted en la mayoría de las tiendas y ya son legión los que se refieren a los mayores de cincuenta con el calificativo de ‘abuelo’. El mío contestaría: «De mis nietos» y, por supuesto, utilizaría el usted. El problema es que todos somos maleducados porque la mala educación se ha convertido en una conquista social. Es normal. Resulta más fácil, más cómodo, ser un grosero y no pensar en los demás. Los modales y la gentileza exigen templanza y generosidad y ambas conductas están hoy en huelga. Es tan sencillo como pedir las cosas por favor, dar las gracias, tratar a las personas mayores con respeto, no colarse en las tiendas, no gritar ni avasallar (física o dialécticamente), no hacer comentarios personales ni dar consejos a no ser que te los pidan, no hablar de uno mismo, y nunca hacerlo de enfermedades o dinero, ayudar a los demás, no presumir... y tratar a las mujeres con respeto. Un señor nunca habla de felpudos, aunque una señora se comporte como si no lo fuera o te mente a la madre. Y, no se equivoquen, porque la buena educación y las buenas maneras no tienen nada que ver con los recursos sociales o económicos. Hasta el rey — «¿Por qué no te callas?»— ha sucumbido a los modales del hombre-masa, poniéndose a la altura de un tirano de pacotilla.

Por eso no resulta extraño que los políticos leoneses hablen como si estuvieran en una barra americana; es que muchos de ellos se desenvuelven mejor en esos lugares que en los palacios en los que nos representan. Ahora que el ministro Wert ha anunciado el cambio de la asignatura Educación para la ciudadanía, no estaría de más recuperar del olvido aquel manual, Valentín, el niño bien educado , que mostraba a los infantes los hábitos para vivir en sociedad. Yo tengo uno en casa, por si Matías lo quiere.

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