Diario de León
Publicado por
antonio papell
León

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La sólida y experimentada personalidad política de Rubalcaba lo ha puesto al frente de la reconstitución del PSOE. Esta vez, la coyuntura era tan delicada que no se ha se ha cumplido la máxima estratégica que ya era casi norma en el PSOE: en coyunturas acéfalas de grave dificultad, la militancia del partido desconfiaba del aparato y optaba por el cambio. Así sucedió en 1999, cuando Borrell compitió por la candidatura a la presidencia del Gobierno en el 2000 frente a un Almunia arropado por todo el aparato, y también en cierto modo en 2004 cuando Zapatero se impuso a Bono, éste apoyado por el felipismo. Ahora Rubalcaba, oficialista, respaldado por González y Guerra, acunado por Ferraz, ha mantenido por poco el control del partido frente a la juvenil rebelión de Carme Chacón

Es evidente que el PSOE, que salió extremadamente debilitado de la gran derrota de noviembre, precedida por la catástrofe autonómica y municipal de mayo, ha resuelto a corto plazo la cuestión del liderazgo pero ha entrado también en una fase de fuerte provisionalidad ya que Rubalcaba no se presentará a las primarias para elegir al próximo candidato a la presidencia del Gobierno. Además, infortunadamente, el PSOE, absorto en el dilema por el liderazgo, no se ha planteado aún con la profundidad debida los cambios ideológicos, organizativos y conceptuales que deben ubicarle en la senda de una difícil modernización.

Rubalcaba se ha impuesto con un mensaje que marca un giro a babor, y eso ya es importante para iniciar el viraje que también está ensayando Hollande al frente del PS francés con vistas a las presidenciales de abril y mayo próximos. Y lo ha hecho con conciencia de que el trabajo duro de reconstitución de su opción política está casi íntegramente por hacer. Ahora sólo falta que acierte al combinar la tarea institucional que le aguarda con el logro del reencuentro del PSOE con la sociedad en todos los sentidos. En cualquier caso, la unidad llegará cuando se remansen las aguas, y éste es un requisito indispensable para que el PSOE pueda poner en marcha el largo y abrupto camino hacia la recuperación de la credibilidad perdida

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