Diario de León
Publicado por
Vicente Mirón Vázquez. Secretario general CC.OO. Bierzo
León

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No conocía, como le pasará a gran parte de castellanos y leoneses, la existencia de Francisco Javier Hernández. Supe de este soriano de 25 años el pasado 25 de enero por la prensa. El angelito es Licenciado en Ciencias Físicas y, en la actualidad, está en la Universidad de Cambridge haciendo el Doctorado sobre la eficiencia energética de las neuronas.

Hasta aquí todo normal. Un científico en ciernes, que como la mayoría de nuestros jóvenes científicos pasará por ser becario hasta los 40 años y luego acabará aceptando una beca y un trabajo en el extranjero, en Alemania por ejemplo, donde la sra. Merkel ha encontrado un auténtico filón de sabiduría entre esta élite de nuestros jóvenes licenciados; licenciados excelentemente formados que hemos pagado entre todos los españoles, convendría aclarar, entre los que pagamos impuestos, o sea los que declaramos rentas del trabajo. Y hablando de impuestos, ahí es donde este joven científico ha tenido la iniciativa a través de su blog de hacer una recogida de firmas para que en nuestra declaración de la renta (IRPF) figure una casilla, como la de la Iglesia, para que los que pagamos este impuesto, podamos decidir que una parte de nuestro dinero se dedique a la investigación.

Sigo el hilo de la noticia y lo que descubro es de escándalo: como consecuencia del incremento del IRPF la Iglesia, fundamentalmente la católica, verá incrementado su peculio, mientras a nuestros científicos les recortarán más de 500 millones.

Las consecuencias ya las estamos viendo día a día. Nos enteramos de despidos de investigadores que tienen que paralizar sus trabajos e ingresar en las filas del Inem.

Pensará este gobierno, del Partido Popular, que de esta situación de crisis se sale rezando. Pero otros, que respetamos la libertad de culto, pensamos que para rezar es necesario poca cosa. Es más, alguno de mis allegados, que son creyentes, me dicen que para rezar sólo se necesita tener fe, y que si desapareciese toda la parafernalia, incluido el Vaticano, ellos no romperían su comunicación con Dios.

Y con estos mimbres mucho rezar y poco investigar, el cesto que haremos no tendrá la consistencia necesaria para soportar el peso de la salida de la crisis.

Sería más fácil ganar el futuro, si al asomarnos a la torre de la Basílica de la Encina, viésemos mirando hacia Toreno una planta puntera en la que se siga investigando sobre la captura de CO2, tan vital para nuestro carbón y si mirásemos hacia Villafranca descubriéramos un centro de investigación sobre agricultura biológica que pusiera nuestra rica huerta berciana en condiciones de afrontar el futuro adaptada a conseguir productos con mas alto valor añadido.

Por eso entre todos hemos de obligar a nuestros gobernantes a que asuman que la investigación no es un gasto sino una inversión. Y que este país no debería seguir instruyendo a nuestros jóvenes para que luego realicen sus trabajos en terceros países a los que luego compramos sus patentes. Es evidente que esta crisis está afectando, de forma más dura, a aquellos países como España que generan productos con poco valor añadido; y este defecto estructural de nuestra economía hemos de cambiarlo; tenemos que aprender de nuestros errores.

Si mentes tan preclaras como la del catedrático y pensador ilustre José Luis Sanpedro ya nos anuncian que de esta crisis no nos sacará la economía con la creación de nuevos chiringuitos financieros como los que provocaron la crisis, de ésta sólo nos saca la ciencia a través de la investigación, que haga posible un mundo más justo, por tanto no fiemos todo a lo que se nos diga desde el Banco Mundial y los mercados, porque de ésta no nos sacan ni los bancos, ni las políticas de ajuste que frenarán nuestro desarrollo y harán que aumente el desempleo.

Por eso a los jóvenes que como Fran reivindican de forma tan ingeniosa, pero a la vez tan profunda, que las cosas han de hacerse de otra manera, todo nuestro reconocimiento. Porque no estamos siendo justos con nuestros jóvenes, vamos a consentir que durante gran parte de su vida dediquen sus esfuerzos en devolver a los bancos una deuda que ellos no han generado y encima tendrán que hacerlo con peores condiciones de trabajo, más jornada y menor salario.

Estoy convencido, que de esta crisis no se sale sólo rezando, sino que será fundamental que a esos rezos les ayudemos investigando. Por eso con estas letras quiero manifestar mi agradecimiento a los que se dedican a tan importantes cometidos y pido que una parte de nuestros impuestos sirva para la investigación porque seguro que esto propiciará un mundo más humanizado y con más justicia social.

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