LA VELETA
Maniobras de distracción
Probablemente cuando, en plena campaña electoral, Mariano Rajoy afirmaba por activa y por pasiva que su llegada al poder iba a ser el principio del final de la crisis porque el PP y él mismo eran sinónimo de confianza para los mercados, no estaba utilizando esa afirmación como una estrategia electoral; en realidad se lo creía. Por eso, una vez en el poder —con todo el poder—, con más poder del que nadie ha disfrutado en nuestro país desde la muerte de Franco, se han llevado la tremenda sorpresa de que su mera presencia no es, ni mucho menos, sinónimo de confianza, que la crisis sigue ahí, inamovible como una pesadísima losa, que los mercados no nos sonríen placenteros, que el paro aumenta y los bancos siguen escatimando sus créditos a pymes y a emprendedores, por lo que va a ser preciso tomar unas durísimas medidas de ajuste que no van a gustarle nada al personal.
Caídos del guindo y a la espera de las elecciones andaluzas para poner en marcha el auténtico plan de ajuste se hace necesario emprender una estrategia de distracción; ponerse a hacer cosas que entretengan a ese personal expectante y por las que, en campaña, se pasó de puntillas. Con ellas pueden hasta matar dos pájaros de un tiro: dar la sensación de que se está gobernando contra las «ocurrencias» del gobierno anterior, con una auténtica contrarreforma ideológica, y contentar a un importante sector de su electorado.
Cuando se le preguntaba a Rajoy sobre la Ley del Aborto nos remitía a la decisión del Tribunal Constitucional, donde el PP la tiene recurrida, y basaba su rechazo en la controvertida idea de que las menores de 16 años no estuviesen obligadas advertir a sus padres. Pues no, no era eso, porque ahora resulta que el liberalísimo Gallardón se inclina por rehabilitar la ley de 1985, dando un paso atrás y situando a España a la cola de las legislaciones más avanzadas de nuestro entorno. Y aún tiene la desfachatez de decir que con ello da cumplimiento a la voluntad del Constitucional.
Otro golpe de efecto y otra maniobra de distracción fue la del ministro Wert, rebautizando la asignatura de Educación para la Ciudadanía; una asignatura reclamada por Europa pero rechazada, eso sí, por cuatro padres adoctrinados y por, faltaría más, la poderosísima y adoctrinadora Conferencia Episcopal. Este ministro se está metiendo en extraños jardines. El último ha sido el irresponsable cambio de temarios de las oposiciones de docentes. Increíble forma de meter la tijera en un colectivo de funcionarios.
La píldora del día siguiente sin necesidad de receta, o la ley de costas o el sistema de elección del Consejo General del Poder Judicial, entre otras, han pasado a formar parte de esa batería de medidas con las que montar una estrategia de distracción que desvíe las miradas «de lo que realmente importa a los españoles» que diría Rajoy.